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De gira con los clásicos

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Viengsay Valdes, del Ballet Nacional de Cuba, se presenta en México junto a su compañía. Foto: Nancy Reyes. Archivo.

El Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de Alicia Alonso, inició el 14 de marzo una gira por México, que se extenderá hasta el 3 de abril por ciudades del sureste del país azteca (Cancún, Villa Hermosa, Mérida, Chetumal, Cozumel y concluye en la pirámide de Dzibilchaltun, en Mérida).

Las presentaciones de “El lago de los cisnes” (Coreografía: Alicia Alonso, sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivánov, con música de Piortr Ilich Tchaikovski, serán protagonizadas por Sadaise Arencibia, Anette Delgado, Bárbara García, Yanela Piñera, Viengsay Valdés, Alejandro Virelles, Dani Hernández, José Losada y las jóvenes figuras: Yanier Gómez, Osiel Gounod, Alfredo Ibáñez, Estheysis Menéndez, Arián Molina, Grettel Morejón, Camilo Ramos y Amaya Rodríguez.

Esta obra, una de las más famosas del repertorio tradicional, tuvo su estreno en el Teatro Bolchoi de Moscú, el 20 de febrero de 1877. Fue reestrenada en una nueva y exitosa escenificación el 27 de enero de 1895, en el Teatro Mariinski de San Petersburgo, con los actos primero y tercero coreografiados por Marius Petipa, y el segundo y cuarto actos por Lev Ivánov. En la versión recreada por Alicia Alonso, la conocida estructura argumental, coreográfica y musical Petipa-Ivánov-Chaikovski se sintetiza en tres actos y un epílogo. De acuerdo con la estética del Romanticismo, su argumento es una cándida historia que incluye prodigiosas transformaciones, encantamientos y monstruos malignos, en el cual aparece el amor como una fuerza  triunfante sobre los más terribles poderes. “El lago de los cisnes” es una de las obras maestras de la historia de la danza teatral.


Visita de Este a Oeste

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Alejandro Virelles y el Ballet Nacional de Cuba en "Don Quijote". Fotos: Nancy Reyes. Gentileza: BNC

El Ballet Nacional de Cuba y su directora Alicia Alonso, partirán el próximo domingo 29 de mayo hacia los Estados Unidos para cumplimentar una gira que los llevará por Washington, New York, Costa Mesa y Los Ángeles, ciudad donde concluirán las presentaciones el 26 de junio.

La gira comienza el martes 31 de mayo en el Kennedy Center de Washington con el espectáculo La Magia de la Danza (antología que recoge importantes momentos del arte coreográfico del siglo XIX, en versiones paradigmáticas que constituyen una muestra del respeto y creatividad con que la escuela cubana de ballet enfrenta la tradición. En él se pueden apreciar escenas de Giselle, La bella durmiente del bosque, Cascanueces, Coppélia, Don Quijote, El lago de los cisnes y de Sinfonia de Gottschalk) este espectáculo se repite el 1ro de junio y el 2, 3, 4 y 5 subirá a la escena la versión cubana del ballet Don Quijote (Coreografía: Alicia Alonso [dirección artístico-coreográfica], Marta García y María Elena Llorente sobre la original de Marius Petipa y la versión de Alexander Gorski. Música: Ludwig Minkus. Libreto y diseños: Salvador Fernández).

Los días 8, 9, 10 y 11 la compañía cubana tendrá sus representaciones en el  Brooklyn Academy Music de New York también con La Magia de la Danza, mientras que en la ciudad Costa Mesa actuarán en el Orange Country Perfomance Art Center, con el mismo espectáculo los días 16, 17, 18 y 19.

Las cuatro funciones que cierran esta gira del Ballet Nacional de Cuba por Estados Unidos serán en el famoso Music Center de Los Ángeles  el 23, 24, 25 y 26  con el ballet Don Quijote.

Los roles protagónicos serán asumidos por las primeras figuras Bárbara García, Anette Delgado, Viengsay Valdés, Sadaise Arencibia, Yanela Piñera, Alejandro Virelles, Dani Hernández y Ernesto Álvarez, secundados por los  bailarines principales Amaya Rodríguez, Jessie Domínguez, Osiel Gounod, José Losada, Camilo Ramos, Ernesto Díaz, Félix Rodríguez y Javier Sánchez, primeros solistas, solistas, corifeos y cuerpo de baile.

 El BNC en USA

La compañía visitó los Estados Unidos en los siguientes años:

 1955, 1978, 1979, 1995, 1998, 1999, 2001 y 2003.

Para muestra basta un botón

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El BNC presentó fragmentos de "Giselle" en la noche de apertura en el Kennedy Center el 31 de mayo. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

El Ballet Nacional de Cuba (BNC) regresó al Kennedy Center después de casi 10 años de ausencia, y desde la capital de los Estados Unidos comenzó su gira que abarcará Nueva York, Costa Mesa y Los Ángeles. La compañía, dirigida por la legendaria Alicia Alonso que, como ocurre en todas las presentaciones, también salió al escenario para recoger las ovaciones de sus admiradores de tiempos pasados, presentó su primer programa, “La magia de la danza”, el martes 31 de mayo.

Esta muestra de destrezas y estilo que propone el BNC en el Opera House del Kennedy Center incluye fragmentos de “Giselle”, “La Bella durmiente”, “Cascanueces”, “Lago de los cisnes”, “Don Quijote”, “Coppelia” y “Gottschalk Symphony”, con música caribeña de Louis Moreau Gottschalk. La mayoría de las obras con coreografía de Alicia Alonso.

“Gottschalk Symphony”, obra que cerró la noche, no pasa de ser un divertimento coreografiado por Alicia Alonso, que intenta revivir sin mucho éxito aquellas magníficas realizaciones de música popular para TV que hace más de 40 años hacía su ex cuñado, Alberto Alonso, antes de su exilio. Posiblemente no haya sido la mejor elección para cerrar una noche en la que la compañía presentaba sus mejores perlas clásicas.

El BNC baila con pasión, con la pasión de su propia “cubanía”. Y baila con el orgullo de pertenecer a una de las más famosas agrupaciones del mundo, cuya característica principal es la técnica de la escuela cubana de ballet gestada por los hermanos Alonso, Alberto y Fernando, en años anteriores a la revolución.

El plantel femenino, tanto de principales como de solistas muestra sin duda mayor solidez que el masculino, con algunas excepciones.

Anette Delgado, con una gran musicalidad, fue una etérea Giselle, cuyo trabajo de puntas y sus delicados brazos dieron el toque justo al ser etéreo en el que la protagonista se convierte en el segundo acto, luego de enloquecer de amor. Dani Hernández, como Albrecht, fue un buen partenaire, preciso y ajustado en sus saltos. Excelente el cuerpo de baile, con líneas perfectas, y sincronización, también perfecta, en el cuadro blanco de las Willis.

La misma ajustada sincronización se repitió en “Lago de los cisnes”, donde Sadaise Arencibia se convirtió en un verdadero cisne, con sutiles brazos y sólidas piernas. Si bien la recreación coreográfica de Alicia Alonso sobre la de Lev Ivanov quitó parte del encanto y la fluidez de movimientos que sugiere ese conmovedor pas de deux.

Refinada y fresca, Grettel Morejon fue una atractiva y juvenil Swanilda en “Coppelia”. Una bailarina con talento que sería bueno seguir sus pasos en el futuro. Junto a ella, un deslumbrante Osiel Gounod, como Franz, mostró su destreza a través de sus saltos, su agilidad y su solidez como partenaire. Su rol se ganó la ovación del público, ávido por ver a aquellos bailarines con el sello de la escuela cubana.

Viengsay Valdés, robó la escena con su Kitri en “Don Quijote”. Sus ya conocidos y largos balances, su gracia natural, su seducción, y su técnica, son la combinación perfecta para este personaje. Basilio, Alejandro Virelles, fue un buen partenaire, hábil en sus variaciones. A este fragmento de “Don Q” se agregó un interesante cuadro de toreros, con un despliegue atractivo de capas y diestros movimientos. Sólo queda ver la versión completa de este clásico que estará en el Kennedy Center hasta el sábado 5 de junio.

Brillante y con sabor cubano

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El BNC presentó "Don Quijote" en el Kennedy Center de DC con Viengsay Valdés como Kitri. Foto: Jacques Moatti. Gentileza JFKC.

Más allá de su permanente popularidad y de las diferentes versiones de este clásico, “Don Quijote” es siempre un desafío para cualquier compañía. El Ballet Nacional de Cuba (BNC), en su gira por los Estados Unidos, trae a escena esta obra maestra de Marius Petipa, basada en el capítulo del segundo libro de Miguel de Cervantes Saavedra.

La noche del estreno en el Opera House del Kennedy Center, la compañía dirigida por Alicia Alonso, integrada por una camada de jóvenes y entusiastas bailarines, hizo una función memorable. En gran parte por la energía, que no decayó en ningún momento.

En el rol principal de Kitri, Viengsay Valdés, una bailarina dotada con una enorme destreza técnica, arrasa la escena en cada aparición. Por momentos, daría la impresión de estar llevando a toda la compañía detrás de ella, imbuida por su fuerza y bravura.

En esta versión de Alicia Alonso, Marta García y María Elena Llorente (ballet mistress), sobre la de Petipa y Alexander Gorsky, la compañía se muestra como un verdadero conjunto, correcta y precisa en las filas, especialmente en el sueño de Don Quijote del segundo acto, y enérgica en los bailes de carácter.

Tal como ocurrió en “La magia de la danza”, primer programa presentado por el BNC, José Losada y Amaya Rodríguez cubrieron los roles de Espada y Mercedes respectivamente. Losada, un bailarín con buena técnica y precisión, aún tiene en falta cubrir con mayor convicción la faz actoral. Mientras Rodríguez, una bailarina delicada y precisa, compone una atractiva Mercedes, y muestra una sólida formación: buenos saltos y equilibrios y cuidados brazos.

Pero fue en el segundo acto cuando el público, más allá de ovacionar a Valdés, estalló en aplausos y “bravos” con la aparición del joven y talentoso Osiel Gounod, uno de esos bailarines tocados por la “magia de la danza”, joven y entusiasta, que merecería tener más roles que le permitan lucir sus cualidades. Gounod tiene unos admirables saltos, con una altura y unas extensiones dignas de tener en cuenta. En su breve rol de joven gitano, mostró su calidad y su particular compromiso con su trabajo. “¡Bravo!”.

En este “Don Q” de Alonso-García-Llorente, se incorpora la figura de Dulcinea que aparece como una imagen onírica que por momentos, en el acto de las Dríadas, se funde con Kitri en una danza sincronizada. La figura de la campesina recobra una presencia más real que sugerida y enriquece el relato.

Valdés, con sus sostenidos equilibrios; con la velocidad justa para lograr sus treinta y dos fouettes triples sin salir de eje, y con sus extensiones, compone una Kitri arrolladora. Sólo le haría falta un partenaire con su misma experiencia. Alejandro Virelles, joven aún, tiene la prestancia y el “physique du role” para hacer un atractivo Basilio. También la técnica: buenos saltos, giros y solidez. Sin embargo, el actor seductor y travieso de este personaje, faltó a la cita. Tal vez el tiempo y el escenario le permitan encontrar al personaje.

Romántico y enternecedor, este “Don Quijote”, muestra el espíritu de una compañía formada en una de las mejores escuelas de ballet del mundo, con promesas escondidas aún entre los miembros del cuerpo de baile y los solistas.

Solists y cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba. Foto: Nancy Reyes. Gentileza BNC. Viensay Valdés y Alejandro Virelles fueron los protagonistas del debut de "Don Quijote" en el Kennedy Center. Foto: Nancy Reyes. Gentileza de BNC. La primera función de "Don Quijote" del BNC en el Kennedy Center de DC tuvo a Viengsay Valdés como Kitri. Foto: Jacques Moatti. Gentileza JFKC.

Pas de deux y algo más

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Anette Delgado y Dani Hernández interpretaron "Don Quijote" en "La magia de la danza" en Nueva York. Foto: Nancy reyes. Gentileza BNC.

“La Magia de la Danza”, presentada por el Ballet Nacional de Cuba durante cuatro días en el Brooklyn Academy of Music, daría cierre al Festival “Si, Cuba”, tonto propósito artístico, que durante varias semanas ha  tratado de dar vigencia a la mísera situación de la Cuba actual.

El  Ballet Nacional de Cuba es siempre motivo de comentarios, especialmente por el alto número de  bailarines que han pedido (y piden) asilo político en otros países, y son aceptados en las mejores compañías del mundo. Sin embargo, cabe recordar aquí que  existen muchos otros que simplemente salen de su país a cumplir contratos con permiso, y con el tiempo, logran “quedar fuera del radar”,  que les permite establecerse  definitivamente fuera de su país. Últimamente, estos parecen tener posibilidades de entrar y salir de Cuba libremente, siempre que aporten sustanciales dólares al gobierno y al Ballet Nacional. Ya de esto he hablado en otras ocasiones, por lo que no creo necesario añadir aquí nada más.

El programa confeccionado por Alicia Alonso, directora artística de la compañía,  ya anda por los escenarios del mundo desde hace unos cuantos años. Compuesto mayormente por  Pas de Deux de las grandes obras clásicas de la historia de la danza, se le han añadido personajes y mímica para lograr una función de dos horas y media, que termina con una coreografía acreditada totalmente a  la directora.

¨Giselle” sería el primer número de la noche, con todos los personajes principales en escena, de alguna manera o de otra. Un nutrido coro de Wilis dio la primera impresión importante a comentar: Estas Willis, más que vengativas almas en pena, parecen un ejército en plena maniobra militar.

La noche continuaría con secuencias de tres obras del magnífico trío compuesto por Chaikowski-Petipa-Ivanov, al que ahora se ha unido el nombre de la Alonso, por haber puesto sus manos en la coreografía. En “La Bella Durmiente”, Viengsay Valdés, considerada como la estrella del conjunto, dejó a un lado los interminables balances y montones de vueltas por los que es más conocida, para interpretar con  corrección el Grand Pas de Deux de Aurora y Desirée, con su nuevo compañero, el prometedor Alejandro Virelles, quien supo sostenerla debidamente en las llamativas poses llamadas “el pescado”. Para cerrar el acto,  el Vals de las Flores, tuvo de intérprete a un coro tan deslucido como las guirnaldas que portaban entre las manos.

Después del interme dio, subiría a escena  “Coppelia”, en donde aparecería la única gran promesa de la noche,  Osiel Gounod, como Franz, que acompañaba a una Swanilda muy joven, Grettel Morejón, graciosa y precisa, pero quien tiene el mal gusto de querer  coquetear con el público.

Esperaba encontrar en el programa, como es costumbre en esta ciudad, notas biográficas de los artistas principales que veríamos en escena. Solo encontré en “Who´s Who”, una larga “bio” de la Alonso, y otra del Ballet. No me causó sorpresa notar la total ausencia de los nombres de Fernando Alonso y Alberto Alonso en la historia de la compañía, fundada en realidad por el triunvirato familiar Alonso en 1948, así como tampoco me sorprendió no encontrar el nombre  de Fernando como fundador de la escuela en 1950. Sobre los que aparecieron en la escena esa noche, no había absolutamente ninguna referencia.

El joven Gounod, del que no pude averiguar nada por falta de información en el programa,  es muy prometedor: posee la brillante técnica que es la rúbrica de la escuela cubana; además  es espontáneo, su sonrisa así lo anuncia.  El camino a recorrer es largo, y el chico apenas comienza a transitarlo,  pero confío que pronto logre la consumación de una gran carrera en el extranjero.

El Coro de toreros y majas de “Don Quijote”, reafirmó lo que obviamente salta a la vista: estos jóvenes bailarines/as interpretan pasos solamente. Resulta bastante raro ver a un cubano falto de emoción.  Anette Delgado y Dani Hernández, no obstante,  rindieron una discreta labor en el famoso Pas de Deux de la obra.

En la escena de “El Lago de los Cismes”, las doncellas-cisnes  tuvieron sus entradas y salidas reglamentarias. A Saidase Arencibia, como Odette, reina de los cisnes, no le falta teatralidad ni  emoción;  es atractiva, y además, posee magníficas piernas de gimnasta — puede tocarse las orejas con la rodilla — que estiró al máximo  para hacer las delicias del bullicioso público que colmaba la sala. Gritos y aplausos a destiempo fueron la orden del día; allí estaban para aplaudir la Cuba actual… los bailarines eran solo la excusa.

 No obstante, esta Odette bien podía  haber bailado sola, ya que en ningún momento tuvo intercambio con su Sigfrido, Arián Molina. En los saludos finales,  la Alonso pareció re-encarnarse en Arencibia, cuando ésta, de rodillas, alargó esos momentos una y otra vez,  hasta convertirlos en una producción dramática en sí.

“Gottschalk Symphony”, fue creada ya hace algunos años por la Alonso.  El vasto coro (o “Conga line”, como lo llamara una conocida crítica de ballet del NYTimes), que  no aparece con nombres en el programa, y cuatro parejas solistas, que si aparecen (¡viva la clase privilegiada!),  visten diseños muy poco atractivos de Salvador Fernández. Con este desabrido cierre terminaría la función, con la “Orquesta Cubano” (según reza el programa),  bajo la dirección de Giovanni Duarte, de acompañante.

El Ballet Nacional de Cuba seguirá adelante, imperturbable, durante los próximos 200 años, y es de esperar, ya que ese es el tiempo que Alicia Alonso predice durará su vida. Ahora, la premisa principal es entrenar más varones, para suplir a los que se han ido y seguirán partiendo.

De gira por el mundo

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El BNC sube a escena "La Cenicienta" en el Gran Teatro de La Habana. Foto: Nancy Reyes. Gentileza BNC.

Una muchacha dulce, noble y linda, una madrastra mala y abusadora, dos hermanastras feas y envidiosas, un joven y bello príncipe, una dulce Hada madrina que lo arregla todo y unos simpáticos y buenos animalitos son los protagonistas de “La Cenicienta”, del famoso cuento de Charles Perrault, que el Ballet Nacional de Cuba (BNC), bajo la dirección de Alicia Alonso, presentará desde el sábado 23 hasta el miércoles 27 de julio en el Gran Teatro de La Habana.

Las funciones del miércoles 27 y el jueves 28 estarán dedicadas a celebrar el 50 aniversario de la creación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Este programa también se realizará en el Teatro Bolshoi en el homenaje que le brinda esta institución a Alicia Alonso.

A su vez, el BNC estrenará en Brasil, el ballet en dos actos “La leyenda del agua grande”, con coreografía de Eduardo Blanco, y música de Miguel Núñez. El ballet está inspirado en una famosa leyenda guaraní sobre el origen de las cataratas del Iguazú, maravilla natural ubicada en la frontera entre Brasil y Argentina.

La leyenda del agua grande, producido con el auspicio de la Cooperativa Cultural Brasileña, fue creado  sobre un libreto de José Ramón Neyra. El vestuario y la escenografía fueron diseñados por Frank Álvarez y Salvador Fernández, respectivamente,  y las luces por Pedro Benítez. La obra narra los amores del guerrero Tarobá y la bella Naipí, destinada a ser sacrificada a Mboi´Tui, monstruo de la mitología guaraní que, furioso por haberle sido arrebatada la joven, quiebra una gigantesca roca, de la que brotan las cataratas.

Las funciones serán en el Teatro Nacional Claudio Santoro, de Brasilia, el 19 y el 20 de julio; en el Teatro Castro Alvez, de Salvador de Bahía, el 23 y el 24; y en el Teatro Anhembi Morumbi, de São Paulo, del 27 al 30. Los roles principales serán interpretados por Bárbara García, Amaya Rodríguez, José Losada, Luis Valle, Javier Sánchez y Alejandro Silva.

Por su parte, el ballet “La Cenicienta” cuenta con la coreografía y el libreto de Pedro Consuegra, la música de Johann Strauss (hijo) y diseños del artista alemán Armin Heinemann.

Viengsay Valdes y Anette Delgado interpretaran a Greta, la Cenicienta mientras que sus príncipes serán Alejandro Virelles y Dani Hernández, los que hacen su debut en el rol de Gustav.

El Hada Rava lo asumirán Sadaise Arencibia el 23 y Estheysis Menéndez el 24, quien bailará por primera vez este rol. En Leontyne la malvada madrastra actuarán Ernesto Díaz, el sábado, y Leandro Pérez, el domingo. Aymara Vasallo y Jessie Domínguez interpretarán a las hermanastras en la primera función y en la segunda lo harán Lissi Báez y Gretel Morejón. El simpático maestro de danza Toucourt será interpretado por Osiel Gounod y Alfredo Ibáñez. Todo este elenco será apoyado por solistas y cuerpo de baile de la compañía.

Viengsay Valdés es "La Cenicienta", en la versión de Pedro Consuegra del cuento de Perrault. Foto: Nacy Reyes. Gentileza BNC. Anette Delgado y el cuerpo de baile del BNC en "La Cenicienta". Foto: Nancy Reyes. Gentileza BNC. El BNC sube a escena "La Cenicienta" en el Gran Teatro de La Habana. Foto: Nancy Reyes. Gentileza BNC.

De festejo en festejo

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“Cuadros en una exposición” con coreografía de Alicia Alonso se presenta el 27 de abril en La Habana. Foto: Nancy Reyes.

El Ballet Nacional de Cuba (BNC) celebra el centenario del Museo Nacional de Bellas Artes con una gala especial que se realizará el sábado 27 de abril, a las 8:30 pm., en la sala Avellaneda del Teatro Nacional.

Para hacer honor a la ocasión la compañía cubana presentará un repertorio en el que mostrará en escena la presencia de grandes artistas de las artes plásticas.

La función será precedida por la inauguración de la muestra Cuadros en una exposición, en el vestíbulo de la sala Avellaneda, el sábado 27 a las 8:00 pm., donde se podrán ver obras de Alfredo Sosabravo, Roberto Fabelo, Ángel Ramírez, Zaida del Río, Gólgota, William Hernández, Arturo Montoto, Alicia Leal, Nelson Domínguez, Ileana Mulet y Cosme Proenza.

El programa, que también se podrá ver el viernes 26 y el domingo 28, está integrado por piezas como “Umbral” (Coreografía: Alicia Alonso. Música: Johann Christian Bach. Escenografía: Zaida del Río. Vestuario: Salvador Fernández), “Evasión” (Coreografía: Hilda Riveros. Música: Seneville-Toussaint. Diseños: Ricardo Reymena sobre la obra homónima de Marcelo Pogolotti) [viernes 26], “Excelsior” [Pas de deux] (Coreografía: Ugo dell´Ara. Música: Romualdo Marenco) [domingo 28], Flora (Coreografía: Gustavo Herrera. Música: Sergio Vitier. Escenografía: Ricardo Reymena. Vestuario: Julio Castaño) y “Cuadros en una exposición” (Coreografía: Alicia Alonso. Música: Modest Mussorgski, orquestada por Maurice Ravel.

El coordinador de la producción artistica es Ricardo Reymena, los diseños de vestuario son de Roberto Fabelo, Zaida del Río, Gólgota, Alicia Leal, Nelson Domínguez, Ileana Mulet y Ricardo Reymena, qu también hizo el diseño de producción escénica. La iluminación: Ruddy Artiles.

Los roles protagónicos de estas funciones serán asumidos por Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Yanela Piñera, Amaya Rodríguez, Dani Hernández, Osiel Gounod, José Losada, Ernesto Álvarez, secundados por solistas y cuerpo de baile.

Por otra parte, los primeros bailarines del BNC, Viengsay Valdés y Osiel Gounod, la Compañía de Danza Clásica de Yucatán, y la Orquesta Sinfónica Juvenil de Yucatán “Daniel Ayala Pérez” realizarán la Gran Gala Internacional Danza de América.

Organizada por el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de la Cultura y las Artes (SEDECULTA), esta Gala se realizará los días 2 y 4 de mayo, en el Teatro Peón Contreras, en cuyo programa se incluye el estreno de las coreografías Suite West Side Story y Bolero de Ravel, de los maestros Adrián Leyva y Erika Torres, respectivamente. Los boletos ya están a la venta en taquilla.

Y ya van 65 años

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El BNC lleva a España “Shakespeare y sus mascaras”, una coreografía de Alicia Alonso basada en “Romeo y Julieta”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El BNC lleva a España “Shakespeare y sus mascaras”, una coreografía de Alicia Alonso basada en “Romeo y Julieta”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El Ballet Nacional de Cuba (BNC) estará de gira por España con las versiones completas de los clásicos “El lago de los cisnes” y “Coppélia” y “Shakespeare y sus mascaras” —versión de “Romeo y Julieta” con música de Charles Gounod— del 6 de septiembre al 1ro. de diciembre. Estas presentaciones tienen como objetivo celebrar los 65 años de la compañía y los 70 años del debut de Alicia Alonso en “Giselle”.

La gira abarcará Barcelona, Madrid, Alicante, Granada, Cádiz, Murcia, Sevilla, Toledo, Almería, Santander, San Sebastián, Bilbao, Pamplona, entre otras ciudades.

Los roles protagónicos de estas presentaciones en España serán asumidos por los primeros bailarines Anette Delgado, Veingsay Valdés, Sadaise Arencibia, Yanela Piñera, Dani Hernández, Ernesto Álvarez y José Losada, así como los bailarines principales Grettel Morejón, Jessie Domínguez, Víctor Estévez, Arián Molina, Camilo Ramos y Alfredo Ibáñez, secundados por solistas y cuerpo de baile de la compañía.

Los roles prrincipales de estas presentaciones en España serán asumidos por los primeros bailarines del BNC. (Coppélia) Foto: Nancy Reyes. gentileza NR.

Los roles prrincipales de estas presentaciones en España serán asumidos por los primeros bailarines del BNC. (Coppélia) Foto: Nancy Reyes. gentileza NR.

Una única y excepcional presentación de “Giselle” se producirá el 2 de noviembre el Teatro de La Maestranza de Sevilla, escenario elegido para celebrar los 70 años del debut de Alicia Alonso en este ballet romántico por excelencia. Esta obra, memorable dentro del repertorio del Ballet Nacional de Cuba, posee una significativa importancia, no sólo en lo que concierne a su propia historia, sino también porque con ella Alicia Alonso, se consagró a nivel internacional y Cuba trascendió por primera vez en el mundo.

Previo al inicio de la gala se inaugurará la exposición “Alicia Alonso o la eternidad de Giselle” y posteriormente el público podrá acercarse al arte de la gran bailarina con el documental “Alicia Alonso en Giselle. Grandes momentos (Antología)”, realizado por José Ramón Neyra y el Museo Nacional de la Danza.

Entre las actividades que se realizarán en la gira estará la presentación del libro “Alicia Alonso o la eternidad de Giselle”, de Mayda Bustamante, con prólogo del crítico italiano Alfio Agostini, publicado por Ediciones Cumbres. Cuadernos Terpsícore, que incluye un DVD, y que será presentado en el Real Círculo Artístico, de Barcelona, el sábado 13 de septiembre. Además habrá presentaciones en la librería +Bernat, en la Casa del Libro, El Corte Inglés, en la FNAC, y en otros puntos de diversas ciudades de España, entre ellas Madrid, Sevilla y Valladolid. Este título también se podrá adquirir en las más importantes librerías españolas y en el hall de todos los teatros donde actuará la compañía cubana.


Cuando se apagan las luces

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En el XXIV Festival Internacional de La Habana se presentó el Ballet Hispánico de Nueva York, con un elenco de más de 60 bailarines. Foto: Yailín Alfaro. Gentileza YA.

En el XXIV Festival Internacional de La Habana se presentó el Ballet Hispánico de Nueva York, con un elenco de más de 60 bailarines. Foto: Yailín Alfaro. Gentileza YA.

El evento bienal más antiguo e importante de América latina clausuró su vigésimo cuarta edición el 7 de noviembre en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional con las sorprendentes reverencias de la gran dama de la danza cubana y cofundadora del Ballet de Cuba, Alicia Alonso, quien sonriente esbozó grands pliés hacia el público y luego hacia los bailarines de pie a sus espaldas.
El programa de clausura fue uno de los más equilibrados en su diversidad de estilos e interpretaciones, siempre de altos quilates tanto por los artistas invitados como por los cubanos, quienes entregaron lo mejor de sus talentos, si bien la pieza de cierre, Valsette, un pas de deux de “Nuestros Valses” del malogrado venezolano Vicente Nebrada, fue bien servida por Viengsay Valdés, en el baile y en el piano por el excelente Marcos Madrigal (de notable carrera en los circuitos internacionales), era preferible algo más cargado de virtuosismos técnicos.

Es ardua la tarea para resumir en pocas líneas un macroevento de dos semanas, que mantuvo una alta asistencia de público en cuatro salas de la capital cubana –dos de ellas con aforo para tres mil  y otra para cinco mil espectadores–, por lo tanto me obliga a descartar ciertos eventos históricos o artísticos meritorios, teniendo en cuenta las efemérides elegidas para definir el diseño general de la programación: los 450 de William Shakespeare, el bicentenario del nacimiento de la poeta y dramaturga Gertrudis Gómez de Avellaneda y el centenario del maestro de maestros fundador de la escuela cubana de ballet, Fernando Alonso Rayneri.
El festival habanero es uno de los más antiguos del mundo (está a punto de cumplir 55 años de historia –el primero ocurrió en la primavera de 1960–, y ha presentado artistas provenientes de más de 60 países de cinco continentes, ha estrenado más de 900 obras (absolutos 241 y en Cuba unas 690).
El acervo cultural se ha visto enriquecido en esta ocasión por la participación de nuevas compañías de corte contemporáneo, tales como LINGA, de Suiza, fundada por Katarzyna Gdaniec y Marco Cantalupo; de los Estados Unidos la del sueco Pontus Lidberg (su director–fundador saltó a la fama por su filme de ballet “La lluvia”, de 2007) con su hermoso “Faune” inspirado en el de Nijinsky. Ambas trajeron un repertorio afiliado al posmodernismo. Por otra parte, también estuvo el Ballet Hispánico de Nueva York, que,  con su director y coreógrafo Eduardo Vilaró, al frente de un afiatado elenco de poco más de 60 bailarines sobrepasó todas las expectativas de éxito popular, debido a las obras bailadas e interpretadas, como “Asuka” (una evocación patética de la cantante cubana Celia Cruz); “El beso”, por la audaz creatividad de los contacts en los dúos, especialmente el que ejecutan con ternura dos bailarines, sin sacrificar su masculinidad, sobre fragmentos musicales de conocidas zarzuelas hispanas.

Finalmente, de Annabelle López–Ochoa, “Sombrerisimo”  un sexteto masculino inspirado en los personajes icónicos del pintor surrealista belga René Magritte, que sedujo a todos con su humor inteligente. Previamente, ella montó “Celeste” para el BNC, y bailado en este evento, aunque con éxito menor.
Inolvidable la delirante acogida conseguida por el Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires con su “Tango”, con coreografía de su directora actual, Lidia Segni, con música de Astor Piazzolla y soberbios figurines para las chicas, así como el trabajo robusto e impecable de los chicos con sombreros milongueros.

Shakespeare en La Habana
Sin duda, hubo mucho de Shakespeare en los repertorios elegidos por los invitados extranjeros y por los nacionales, con abundancia de versiones del “Otello”. Un pas de deux con destacada interpretación dramática por parte del bailarín cubano Javier Torres, principal residente con el Northern Ballet, quien contó con una exquisita Desdémona en Carolina Agüero (del Ballet de Hamburgo). Entre los conjuntos, una histórica producción de “La Pavana del Moro” de José Limón, en una interpretación intensa y “stylish” del Ballet de la Ópera de Niza, con su director Eric Vu An, en el rol principal. Luego vino la reposición –después de dormir por varias décadas–, por el BNC del “Prólogo para una tragedia”,  del canadiense Brian McDonald, que todavía requiere de un ulterior trabajo dramático y estilístico; por último mencionaré otra reposición por el BNC, el neoclásico “Hamlet” de Iván Tenorio, quien falleció en los días previos al inicio de este festival.
Sin duda, los aficionados gozaron plenamente con las abundantes muestras de pirotecnias en las dobles funciones diarias. Allí aplaudieron demostraciones de excelencia conocidos caballos de batalla del repertorio, de “Corsarios”, “Diana y Acteón”, “Las llamas de París”, “Espartaco”, el “Tchaikovsky pas de deux”, “Esmeralda”,  según las ejecuciones con virtuosismo técnico por parte de consagrados y otros solistas en franco desarrollo ascendente.

Se pueden citar las de Viengsay Valdés, Amaya Rodríguez, Sadaise Arencibia, Annet Delgado, Yanela Pinera, en la primera línea y pisádole los talones Grettel Morejón, Estheysis Menéndez, Dayesi Lorente o Jessie Domínguez. Entre los chicos están Víctor Estévez, Dani Hernández, Arián Molina, Ernesto Díaz, José Losada, Camilo Ramos, y los promisorios Alejandro Silva, Camilo Ramos, Serafín Castro. Luis Valle, Alfredo Ibáñez, Ernesto Álvarez,  entre otros. En general, adolecen de una preparación dramática para cubrir esas necesidades escénicas: todo no es atletismo en el ballet, aunque esto seduzca a las masas y provoque ovaciones de pie.

Joyas y sorpresas

Viengsay Valdés, del Ballet Nacional de Cuba y Brooklyn Mack, del Washington Ballet, hicieron el pas de deux de "Don Quijote" en el XXIV Festival Internacional de Ballet de la Habana. Foto: Yailín Alfaro. Gentileza YA.

Viengsay Valdés, del Ballet Nacional de Cuba y Brooklyn Mack, del Washington Ballet, hicieron el pas de deux de “Don Quijote” en el XXIV Festival Internacional de Ballet de la Habana. Foto: Yailín Alfaro. Gentileza YA.

Importancia excepcional le otorgó a esta edición festivalera las actuaciones de las estrellas del New York City Ballet y del American Ballet Theater que nos visitaron: Ashley Bouder y Joaquín de Luz con “Other Dances” de Robbins (felizmente la música de Chopin fue ejecutada al piano por Marcos Madrigal, quien reside en Italia y triunfa en los circuitos pianísticos internacionales).

Xiomara Reyes y Carlos López demostraron elegancia y lirismo glamuroso en “Great Galloping Gottschalk”, y Paloma Herrera con Juan Pablo Ledo (del Ballet del Teatro Colón) triunfaron con el dúo de “Variaciones Portenas” –Gonzalo García la acompañó para bailar el “Tchaikovsky pas de deux” de Balanchine–. Ambas anunciaron su retiro del ABT para la primavera del 2015, por lo tanto esta fue una brillante despedida cubana.
Dos sorpresas individuales concedió este festival: descubrir al joven bailarín Brooklyn Mack (junto a Viengsay Valdés), proveniente de las filas del Washington Ballet, con grandes potencialidades atléticas demostradas en “Diana y Acteón”, con saltos y giros inmensos, pero sin control para matizarlos.

La segunda sorpresa fue el solo “Sinnerman”, del coreógrafo noruego Alan Lucien Oyen, bailado de forma mercurial en espirales fluidas por el joven argentino Daniel Proietto, ataviado con un traje metalizado que solamente dejaba libre su cabeza, apoyado con un diseño de luces muy elaborado por Stine Sjogren, aunque los recursos de los teatros de acá no tienen aún la alta tecnología de los que cuenta en Oslo.
No faltaron las versiones de “Carmen” –pero la de Alberto Alonso nadie la bailó–, en cambio llegó el pas de deux de la versión de Marcia Haydée, interpretado con intensidad dramática y aplomo por las estrellas del Ballet de Santiago de Chile, Natalia Berrios y José Manuel Ghiso, ambos bailarines–actores sin duda.

Posteriormente, la versión de Roland Petit, con José Manuel Carreño y Alexhandra Meijer (primera bailarina del Ballet San José de California), él emotivo y elegante, ella con fuste y maravillosas piernas y puntas de acero, con referencias en momentos a Zizi Jenmaire, creadora del rol.

Igualmente, la danza española afirmó su presencia con la carismática bailaora Irene Rodríguez, creadora de la pieza “Ardabal” evocadora de las posibilidades de evasión hacia la libertad, que pueden brindar la apertura de las puertas cerradas que rodean al ser humano.

Los locales
Y por su fuera poco, el BNC ofreció varias de sus producciones para toda una noche, algunas de ellas renovadas en cuanto a los figurines de decorados y vestuario, tales como la afamada versión de “Giselle”´ de Alicia Alonso, con el regalo de la maravillosa entrega de Annette Delgado y Dani Hernández, y el fabuloso trabajo estilístico afiatado del cuerpo de baile de las willis. Un “Lago de los cisnes” que tenía dos estelares bailarines en los protagonistas, Viengsay Valdés, rutilante a pesar de su estado febril transitorio esa noche, apoyada por el notable bailarín ucraniano Iván Putrov, esta vez contrastante con su quehacer controlado “a la manera del Royal Ballet” y la exuberancia del virtuosismo de Valdés y los chicos del elenco cubano.

“La Bella Durmiente del bosque” trajo una protagonista superada en su técnica e interpretación estilística y dramática, pero su príncipe, Arián Molina, tuvo un loable desempeño en  la función de acompañamiento, pero su definición del personaje está todavía por conseguir.

Aniversarios

Para la celebración del bicentenario de Avellaneda, excelsa cubana de la literatura, Alicia Alonso decidió reponer su “Tula”, ballet en dos actos y varias escenas, con renovaciones positivas de todo tipo para una obra narrativa de muchos personajes participantes en casi dos horas de espectáculo.

"Sinnerman", del coreógrafo noruego Alan Lucien Oyen, bailado por el argentino Daniel Proietto. Foto: YA. Gentileza YA.

“Sinnerman”, del coreógrafo noruego Alan Lucien Oyen, bailado por el argentino Daniel Proietto. Foto: YA. Gentileza YA.

Amaya Rodríguez, encarnando el protagónico, y los figurines de Salvador Rodríguez, así como las inteligentes iluminaciones en la Sala Avellaneda, dieron nuevo lustre a esta pieza con música original de Juan Piñera, que se sintió aburrida cuando fue su estreno. La Alonso asistió a esta representación, y participó en la cancelación de un sello postal conmemorativo previamente. Una de sus escasas apariciones en el evento.
Merece elogios la labor del joven director musical de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana (esta vez con refuerzos de algunos solistas de la Orquesta Sinfónica Nacional), maestro Giovanni Duarte, quien tuvo que sortear las escasas posibilidades para ensayar con los artistas, la presencia de jóvenes músicos que tocaban a primera lectura, la carencia de un real experto de sonido para ecualizar debidamente amplificación del sonido en los variados fosos, y otros obstáculos.

Las acciones colaterales fueron diversas y algunas muy atrayentes, tanto en las exhibiciones fotográficas: la de Nancy Reyes y Luis Alberto Alonso sobre las manos de Alicia Alonso, y la realizada por Pilar Rubí, fotógrafa hispano-boliviana que trabajó las piezas con collages de perlas, encajes y alambres para “La geometría de los cuerpos”; y el “Retrato de la escuela cubana de ballet”, de la artista norteamericana Rebekah Borman.

Las Jornadas In Memoriam Fernando Alonso para celebrar el centenario del nacimiento del maestro fundador de la metodología de la escuela cubana de ballet resultaron exitosas y muy concurridas. En cada sesión matinal de clases magistrales, impartidas sucesivamente por Julio Bocca, Eric Vu An, Cyril Atanassoff, José Manuel Carreño, Xiomara Reyes y en dúo Marta García con Orlando Salgado. Una gran experiencia brindada a los estudiantes de ballet de todos los niveles, críticos y profesores, y algunos balletómanos interesados.

"Sinnerman", del coreógrafo noruego Alan Lucien Oyen, bailado por el argentino Daniel Proietto. Foto: YA. Gentileza YA. En el XXIV Festival Internacional de La Habana se presentó el Ballet Hispánico de Nueva York, con un elenco de más de 60 bailarines. Foto: Yailín Alfaro. Gentileza YA. Viengsay Valdés, del Ballet Nacional de Cuba y Brooklyn Mack, del Washington Ballet, hicieron el pas de deux de "Don Quijote" en el XXIV Festival Internacional de Ballet de la Habana. Foto: Yailín Alfaro. Gentileza YA.

“Carmen” despierta de su letargo

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 Viengsay Valdés, una de las tres bailarinas que interpretó "Carmen", enfatizó los perfiles eróticos del personaje. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Viengsay Valdés, una de las tres bailarinas que interpretó “Carmen”, enfatizó los perfiles eróticos del personaje. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El ballet “Carmen” del malogrado coreógrafo cubano Alberto Alonso –que fue estrenado por la prima ballerina rusa Maya Plisétskaya en 1967 y al final de ese mismo año, en La Habana, por la eximia Alicia Alonso–, cuenta con dos versiones coreográficas, una para cada una de las mencionadas divas, por exigencia lógica de la segunda. Razonablemente, el personaje creado por el francés Próspero Merimée para su novela homónima, requiere ser encarnado por intérpretes poseedores de peculiares fenotipos y caracteres idiosincráticos acusados. Además, la transferencia de la literatura a la danza clásica –sin abandonar ciertos tópicos etno–folclóricos empero eludiendo caer en pintoresquismos–, exigía un serio estudio por el experimentado coreógrafo, con el objetivo de incorporarla a su escritura coréutica para tan diferentes artistas y escuelas de ballet: una eslava y la otra latino–caribeña.

Cada una supo marcar sus improntas, tan altas cimas que llegaron a polarizar a los públicos de las variadas regiones donde bailaron esta pieza en un acto. Plisétskaya cargaba su Carmen, según su particular punto de vista, en el aspecto histriónico punteado con un toque de rudeza gestual, matizándolo para no caer en la sobreactuación. En cambio, la Alonso desplegaba en su Carmen el virtuosismo técnico de sus inimitables puntas,  los giros veloces y los interminables equilibrios, acentuando sus evidentes dotes de sensualidad y seducción pasional, a la vez que eludía la vulgaridad.

Pasaron varios lustros para que la creadora del rol y directora general del Ballet Nacional de Cuba –a pesar que no lo volvió a bailar más–, para que designara a otra intérprete en el desempeño de este papel. Esto ocurrió localmente una sola vez, por dos de las calificadas como “cuatro joyas” del ballet cubano.

Ahora, en junio de 2015, después de un prolongado letargo de doce años, se pudo admirar esta “suite” resucitada por una nueva generación de talentosos bailarines. Los referentes icónicos se han ido desdibujando en la memoria de los asiduos aficionados al ballet que peinan canas. Otra generación intermedia, de excelentes bailarines de ambos sexos, nunca pudo confrontarse en esta obra, tal vez la más audaz, creativa y paradigmática, del exiliado hermano del maestro Fernando Alonso, Alberto Alonso. Al menos, ha quedado la memoria fílmica de la última memorable entrega de la Alonso, junto con un notable elenco entre los cuales Azari Plisétski, Jorge Esquivel y Josefina Méndez.

En 2015

La bailarina Sadaise Arencibia debutó en el protagónico de "Carmen", obra creada por Alberto Alonso. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

La bailarina Sadaise Arencibia debutó en el protagónico de “Carmen”, obra creada por Alberto Alonso en 1967 para Maya Plisétskaya. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

En el presente, sobre la escena temporal de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba y con música enlatada, los distintivos y esforzados desempeños de tres elencos debutantes revivieron esta “Carmen”. Tres primeras bailarinas alternaron el rol titular en la cinco funciones programadas para este desbordado coliseo habanero.

Los intérpretes de los otros cuatro personajes todavía están distantes de los perfiles definitorios de los mismos, así como del peculiar estilo expresado aquí por el coreógrafo. Solamente el joven Víctor Estévez (Don José) logró un mayor acercamiento estilístico-gestual, al parecer por la ayuda fortuita y desinteresada de Sonia Calero, viuda de Alberto Alonso, durante un festival foráneo. El debut de Alfredo Ibáñez, como Escamillo, sugiere prometedores futuros empeños en el mismo.

Hacer juicios de valor definitorios sobre las entregas realizadas por las tres primeras bailarinas, a partir de una función única, es un ejercicio profesional del crítico muy arriesgado, y este ha sido el caso. Admirable la interpretación singular de Viengsay Valdés, enfatizando los perfiles más eróticos de esta seductora arrabalera y siempre con su poderosa técnica. Luego, una sensual y apasionada Anette Delgado, que elude un tanto los ataques rudos de las gitanerías del personaje litigioso. Por último, el positivamente sorprendente debut de Sadaise Arencibia, quien bordó el personaje con su espléndida línea clásica, sin intimidarse por la gestualidad particular del papel, empero eludiendo caer en clisés baratos. Una próxima oportunidad en esta aventura entregará el resultado esperado por sus admiradores. ¿Por qué imponerles a todas las Cármenes el mismo modelo de peluca, que fue ajustada para su creadora, con  tipo de cabeza y óvalo facial diferente?

Indiscutiblemente, esta magistral creación de la coreografía neoclásica cubana muestra una puesta en escena minimalista como ámbito eficaz para el desarrollo dramático de este quinteto trágico, que cuenta con el beneficio de una suite musical tímbrica compuesta por el ruso Rodión Schedrín, a partir de las conocidas partituras originales de George Bizet para su ópera homónima y de L´Arlesienne.
Alicia Alonso y el equipo artístico–técnico que la apoya puede anotarse un tanto a favor al concebir este programa de concierto, al elegir las otras dos obras que acompañaron este plato fuerte de las cinco jornadas.

Versión cubana de "Las Sílfides", conocida también   como "Chopiniana", de Michael Fokine, integró el rpograma de fin de temporada del BNC. Foto; Nancy Reyes. Gentileza NR.

Versión cubana de “Las Sílfides”, conocida también como “Chopiniana”, de Michael Fokine, integró el rpograma de fin de temporada del BNC. Foto; Nancy Reyes. Gentileza NR.

Un clásico y un hit

Como apertura, “Las sílfides”, de Michel Fokine sobre la admirable música de Frederick Chopin, con los valses, preludios y mazurcas orquestados por Aleander Glazunov y los figurines de A. Benois para el vestuario y la escenografía. Esta versión cubana, conocida también como “Chopiniana”, hasta hoy está considerada la más próxima al original neoromántico de principios de la pasada centuria. Hay que tener en cuenta que Alicia y Fernando Alonso trabajaron “la obra directamente con Fokine”, de acuerdo con la versión definitiva revisada por el coreógrafo poco antes de su muerte.

En general, los bailables de los solistas, así como los del bisoño cuerpo de baile –que en ocasiones precedentes arrancó aplausos–, resultaron aceptables. Hubo revelaciones entre los jóvenes relevos (en estos últimos meses las varias deserciones sorprendieron a los regisseurs), igualmente hubo fuste, aplomo y estilo en Anette Delgado, Grettel Morejón, Sadaise Arencibia y Aymara Vasallo. El difícil único papel masculino, el poeta, cuyo desempeño va más allá del virtuosismo técnico, está centrado en el control muscular y la voluntad de estilo, cómo lograr el equilibrio entre lirismo y virilidad, esto se ve solamente en el primer bailarín Dani Hernández.

Dos reproches para la producción de esta joya de Fokine: la evidente usura del vestuario y la escenografía, que pide a gritos su renovación; el segundo, va a la pésima grabación empleada, por su ejecución y su pobre alta fidelidad sonora.

"Celeste", de  la coreógrafa colombo-belga Annabelle López Ochoa, fue uno de los más aplaudidos estrenos del BNC en el último  festival de ballet de La Habana. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

“Celeste”, de la coreógrafa colombo-belga Annabelle López Ochoa, fue uno de los más aplaudidos estrenos del BNC en el último festival de ballet de La Habana. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El divertisement de aires contemporáneos, ”Celeste”, de la joven coreógrafa colombo–belga Annabelle López Ochoa, es uno de los más aplaudidos estrenos del BNC en el último festival de ballet de La Habana y, en esta ocasión, siempre con los elencos elegidos por la autora, se colocó en sándwich con los otros dos títulos. Esta pieza, en poco más de media hora, deslumbra por la inteligente destreza de López Ochoa en el hilvanado estructural de los cuerpos, inspirada en la música del brillante y gustado “Concierto en re para violín y orquesta” de P.I. Tchaikovsky.

Los guiños a Fortsythe y Kilián se revelan como tributos gestuales a estos maestros, tanto en las cargadas como en los diseños espaciales.  Con el desempeño técnico de las tres dúctiles siluetas de las bailarinas solistas, arropadas por cinco parejas enfundadas en unitardos azul turquesa, según los figurines de la holandesa Dieweke van Reij, Valdés, Morejón, Jessie Domínguez, Estheysis Menéndez o Dayesi Torriente,  el éxito estaba asegurado.

El poco entusiasmo (o etamina) de los danzantes, apreciado en el resultado general de las tres funciones ha compulsado a transcribir aquí una cita medular de la gran Anna Pavlova, de la que se celebra el centenario de su debut en Cuba: “Nadie pudo llegar a la cima armado sólo de talento. Dios da el talento; el trabajo transforma el talento en genio”.

Honran a la diva de la danza

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Alicia Alonso junto al presidente de la Nación, Raúl Castro, en la ceremonia de inauguración del teatro que ahora lleva su nombre. Foto: Nancy Reyes.

Alicia Alonso junto al presidente de la Nación, Raúl Castro, en la ceremonia de inauguración del teatro que ahora lleva su nombre. Foto: Nancy Reyes.

La capital cubana comienza el año 2016 con razones para sentirse orgullosa de poseer una suntuosa y elegante instalación teatral en pleno corazón de la urbe. El primer día del año reabrió el Gran Teatro de La Habana, desde ahora bautizado con el nombre de la gran diva de la danza Alicia Alonso. La celebración: un espectáculo ad hoc denominado ´Tríptico Clásico” -un acto de “Giselle”, de “Coppélia” y de “Lago de los cisnes”-, a cargo del Ballet Nacional de Cuba (BNC) sobre la escena de su Sala principal Federico García-Lorca.

El renovado inmueble abrió sus puertas como se lo conoce hoy, en 1915, con la autoría de Paul Belau, un acreditado arquitecto belga que se decantó por un eclecticismo que integra elementos de un neobarroquismo europeo tardío y recargado, con guiños hacia particularidades arquitectónicas provenientes de españolismos “tropicalizados”.

El ahora Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana, como prefieren llamarlo los medios oficiales, puede considerarse la más antigua institución teatral en activo de América latina, pues fue inaugurado el 18 de febrero de 1838, entonces bajo el nombre de Gran Teatro de Tacón. (Un acto obsequioso de los propietarios hacia el gobernador general de la Isla, de infeliz memoria para los súbditos de la corona española).

La poderosa Comunidad  Gallega de La Habana, fundada en 1879, se empeñó después de instaurada la República (1902) en construir un palacio que reafirmara su presencia física en la naciente sociedad criolla del archipiélago cubano. Para tales efectos, se compraron en 1906 el teatro Tacón y sus edificios anexos, los cuales ocupaban una de las áreas urbanas mejor situadas del llamado reparto Las Murallas, enfrentadas al emblemático Parque Central capitalino.

Integrantes del Ballet Nacional de Cuba presentaron "Giselle" en el Gran Teatro Alicia Alonso. Foto: Nancy Reyes.

Integrantes del Ballet Nacional de Cuba presentaron “Giselle” en el Gran Teatro Alicia Alonso. Foto: Nancy Reyes.

El Centro Gallego fue una de las más importantes obras de su tipo que se realizaron en La Habana, y su construcción fue encomendada a la acreditada firma norteamericana Purdy and Henderson. En su interior se mantuvo la sala teatral que, después de 1961 hasta hoy, adoptó el merecido nombre de García Lorca. Remodelada con los más exquisitos materiales de construcción y decorativos, muchos la consideraron como “una de las mejores de América, tanto por su elegancia, como por su decoración y confort”, si se tiene en cuenta sus excepcionales condiciones técnicas y el mecanismo escénico que poseía.

Desde su fundación, por las tablas de este magnífico coliseo se han presentado las más prestigiosas figuras y compañías de ballet, ópera y del arte dramático, con fama internacional, así como los más ilustres intérpretes de la música, tanto instrumentistas, como cantantes o directores orquestales. Igualmente, las más relevantes luminarias del talento artístico nacional. Y desde 1965, es la sede del BNC y, luego de sus Festivales internacionales de ballet. A partir de 1985, por iniciativa de la propia Alicia Alonso, el edificio en su totalidad pasó a denominarse Gran Teatro de La Habana.

Desde este año, por decreto del Consejo de Estado, este complejo cultural se llamará “Alicia Alonso”. Para refrendar el apoyo estatal irrestricto a esta institución y a las agrupaciones artísticas que acogerá, a la función de gala de reapertura asistió el presidente de la Nación, Raúl Castro, arropado por el ministro del ramo y otras altas autoridades de su gobierno.

Los privilegiados para asistir a este significativo acontecimiento, según criterio de los organizadores, fueron los obreros y especialistas, y sus familias. Todos ellos hicieron posible la restauración durante tres años. También asistieron algunos familiares de músicos y bailarines, laureados con premios nacionales de todas las manifestaciones artísticas, entre otros “elegidos”. Derecho a su cobertura periodística, solo la tuvieron los periodistas de los medios oficiales locales.

En las funciones posteriores a la inauguración hubo cambios en las distribuciones de los elencos, particularmente los protagonistas. La única primera bailarina reincidente fue Sadaise Arencibia. En cambio los otros roles fueron asumidos por talentosas bailarinas principales, como Estheysis Menéndez y Gretel Morejón, en las entregas viriles no hubo alteraciones.

La programación continuó, el siguiente fin de semana, con tres funciones de “Giselle” en su producción completa donde alternaban los papeles protagonistas Arencibia con el joven Víctor Estévez; Anette Delgado con Dani Hernández y, por último, la pareja formada por Viengsay Valdés (a pesar de persistentes dolores sacro-lumbares no abandonó su notable entrega) y de nuevo Estévez.

"Lago de los cisnes", a cargo del Ballet Nacional de Cuba  subió a escena en la Sala principal Federico García  Lorca. Foto: Nancy Reyes.

“Lago de los cisnes”, a cargo del Ballet Nacional de Cuba subió a escena en la Sala principal Federico García Lorca. Foto: Nancy Reyes.

Significativo del desarrollo artístico de la bailarina Menéndez  resultó su desempeño en el difícil rol de Myrtha, la Reina de las Wilis, y como siempre deslumbró el trabajo estilístico coherente y preciso del cuerpo de baile femenino en la ejecución de las diagonales del segundo acto, premiados con rotunda salva de aplausos. Sin embargo es para recomendar más ensayos con el cuerpo de baile, ahora nutrido en su mayoría por elementos muy juveniles, para le realización de los bailables del primer acto más concentrados musicalmente, y su relación con las pantomimas, en el primer acto.

Por iniciativa personalizada del notable bailarín cubano Carlos Acosta, se encuentra en La Habana estos días el coreógrafo y bailarín francés Benjamin Millepied, actual director de danza del Ballet de L´Opéra de Paris, junto con su esposa la “oscareada” actriz Natalie Portman y su pequeño hijo Aleph. Ambos visitaron los salones de la Escuela Nacional de Ballet guiados por su directora y maestra principal Ramona de Sáa, para luego ver “in situ” los trabajos que desarrolla la recién creada agrupación cubana de Acosta. Igualmente, fueron recibidos por Alicia Alonso en su sede de El Vedado, donde les mostraron fragmentos del segundo acto de “Giselle”.

 

El infaltable “Cascanueces”

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El plato fuerte de esta obra llega al final del segundo acto con el Grand Pas de deux del Hada Garapiñada y su Caballero interpretado por tres parejas diferentes. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El plato fuerte de esta obra llega al final del segundo acto con el Grand Pas de deux del Hada Garapiñada y su Caballero interpretado por tres parejas diferentes. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El Ballet Nacional de Cuba no podía ser menos –pasamos revista a las programaciones de sus iguales en el planeta-, el primer mes de año 2017 sin rescatar de su repertorio activo su producción de “El cascanueces” , en versión de su directora general y prima ballerina assoluta Alicia Alonso, estrenada en el XVI Festival internacional de ballet de La Habana de 1998, uno de los grandes clásicos creado por Lev Ivánov, en colaboración con Marius Petipa y el genial soporte musical de P. I. Tchaikovski.

La reposición se realizó en la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. La dirección del principal coliseo de la capital cubana se vio presionado por el entusiasmo manifestado por el público local y foráneo, tanto por chicos y grandes, aficionados a este género dancístico –que colmo el aforo de la mencionada sala los tres primeros fines de semana de enero-, y debió programar un día extra en la semana de cierre de la temporada “invernal”.

Esta afortunada decisión permitió, al público y crítica especializada, valorar las prestaciones de la pléyade de jóvenes talentos del BNC, bisoños o no, que asumirían los papeles protagonistas y a los solistas que defendían por vez primera los secundarios, así como los rangos sucesivos del cuerpo de baile, tan importantes en esta pieza decimonónica. Que fuera estrenada hace 125 años en el teatro Mariinsky de San Petesburgo, el 18 de diciembre de 1892.

Chanell Cabrera, como Clara, de brillante baile y convincente interpretación de un personaje clave en “Cascanueces”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Chanell Cabrera, como Clara, de brillante baile y convincente interpretación de un personaje clave en “Cascanueces”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Otras versiones
Como es sabido por los cubanos aficionados al ballet, y un amplio sector de los habitantes de la Mayor de las Antillas, Alicia Alonso concibió “su” Cascanueces, en dos actos y tres escenas, apegada a las más tradicionales existentes cuando enriqueció sus saberes al ocupar los primeros rangos de importantes compañías de ballet de Estados Unidos y de Europa. Por supuesto que está basada en la original de Ivánov, empero posteriormente adoptó las aportaciones de grandes maestros de la “antigua escuela rusa”, como es el caso de Nikoai Sergeiev, Alexandra Fedorova. Luego, aperecieron las versiones de Gorski y Vainonen, asi como la de Christensen (según la versión recortada presentada en NYC por los Ballets rusos de Montecarlo en 1940). Posteriormente, en 1954, George Balanchine produjo su versión para el New York City Ballet, mientras que Alicia Alonso era la intérprete, entonces, de los roles protagonistas en el American Ballet Theatre y en los Ballets russes de Monte-Carlo –allí, se puso en la piel de Clara (María o Masha) e igualmente bailó los célebres pas de deux de la Reina de las nieves y el Hada Garapiñada, acompañada por los más notables primeros bailarines durante sus temporadas en el país norteño.

Disímiles diccionarios o enciclopedias especializadas en las artes escénicas, y en particular la danza, han repertoriado, al menos, unas 50 versiones de Cascanueces, desde su creación en 1892 hasta nuestros días. Sin embargo, es conocido que la acción de este clásico ha sido tradicionalmente situada, geográficamente, en la ciudad alemana de Núremberg –en las primeras décadas del siglo XIX-. No obstante, cuando atravesó el Atlántico y llegó a los Estados Unidos de América (donde se muestra la mayoría de las producciones de este ballet que en ningún otro país), la acción del argumento es generalmente transpuesto a la ciudad en la cual está siendo representado; ya sean las versiones soviéticas de Grigorovich, Vainonen, Cranko, Nureyev, Flindt, Neumeier, Baryshnikov (en 1976, con acentos “freudianos”), Robert Joffrey (la tradicional de 1995, en NYC); o la de Christopher Wheeldon (para el Joffrey, en 2016, ahora con sede en Chicago, en el histórico momento de la Feria Universal de 1893); o la de Matthew Bourne (de 1992, situada en un orfelinato londinense); o a de Helgi Tomasson, de 2004, para el Ballet de San Francisco, que la sitúa en esa ciudad del oeste durante la Exposición Internacional Panamá-Pacífico de 1915.

El soporte musical es siempre la espléndidamente teatral partitura de Tchaikovski. Por supuesto, no se salva de ser intervenida con recortes y añadidos, o alteraciones en los tempos, según quien la baile  la conduzca en el foso; aunque muchos aprecian la calidad auspiciadora de la obertura (otros la refieren menos larga); igualmente, esto ocurre en los bailables del segundo acto, durante las escenas en la confitería, donde Clara y su príncipe-cascanueces han sido conducidos por su padrino el Dr. Drosselmeyer. Sin duda, sus orquestaciones mantienen el carácter de la festividad navideña e infantil, al apoyar las coreografías que, en algunos casos, evitan el clisé, pero otras no logran evadirse de los diseños escénicos naif.

“Cascanueces” del BNC se estrenó en 1998 con los figurines del diseñador italiano Hugo Fiorato, en coproducción con los teatros La Fenice, de Venecia y el Carlo Felice, de Génova. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

“Cascanueces” del BNC se estrenó en 1998 con los figurines del diseñador italiano Hugo Fiorato, en coproducción con los teatros La Fenice, de Venecia y el Carlo Felice, de Génova. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Con toque cubano

En el primer acto, por ejemplo, las acciones dramáticas durante la fiesta navideña en los salones del palacete de la familia de Clara, aquí están bien definidas las pantomimas, aunque los bailarines, si  técnicamente exhiben sus destrezas, se nos antojan todavía desiguales histriónicamente. Debemos destacar las entregas de Ernesto Díaz, como Drosselmeyer; a Brian González, como Fritz el hermano de Clara; y a Chanell Cabrera, como Clara, de brillante baile y convincente interpretación.

Inteligentemente, Alicia Alonso ha transformado la tradicional presencia de los tres personajes de la Commedia del´Arte, para los bailes con títeres, en una apropiación válida de los protagonistas de Petrouchka, es decir el Moro y su adorada Muñeca, en esta ocasión ejecutados por poderosos intérpretes que alternaron en cada función. En el segundo acto, mencionaremos las meritorias ovaciones conseguidas por la bailarina Daniela Gómez, como la serpiente, en la Danza de los árabes; y los tres ejecutantes de la Danza rusa, en particular Omar Hernández, Daniel Rittoles y Dairon Darias.

En la tercera escena del primer acto tuvimos el grato disfrute de la exquisita presencia y la musicalidad en el baile de Sadaise Arencibia, con el soporte confiable del elegante Raúl Abreu, en el Cascanueces, aunque en tanto que debutante mostró todavía su vulnerabilidad. Esta parte de Reina de las Nieves, alternaron dos convincentes solistas: Claudia García y Ginett Moncho, ambas con eficaz y poderoso trabajo de las puntas.

El plato fuerte de esta obra llega en los minutos finales, el Grand Pas de deux que cierra el segundo acto: el Hada Garapiñada y su Caballero. Alternaron aquí tres parejas, ofreciendo un derroche de estilo y pirotecnias, sin embargo, no todos estuvieron musicalmente precisos. Eso sí, desencadenaron ovaciones de pie: Anette Delgado junto Dani Hernández; Viengsay Valdés y Patricio Revé, e igualmente los debutantes Ginett Moncho  y Ariel Martínez.

Como apuntábamos arriba, la producción actual fue estrenada en 1998 con los figurines debidos al diseñador italiano Hugo Fiorato, en coproducción con los teatros La Fenice, de Venecia y el Carlo Felice, de Génova. Lamentablemente, debo reprochar la fatiga, por la lógica usura, que ya muestra la escenografía y, en menor medida, algunas piezas del elegante vestuario. Y no quiero soslayar el esforzado y eficiente trabajo del maestro Giovanni Duarte realizado con los jóvenes atriles de la Orquesta sinfónica del Gran Teatro, a juzgar por la calidad mejorada el soporte musical que emergía desde el foso.

La Habana en acción

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El dúo homo-erótico de Marianela Boán “Cruce sobre el Niágara”, de 1987, presentado por Acosta Danza se ha convertido en “un clásico” de la danza contemporánea cubana. Foto: Yuris Nórido. Gentileza AD.

El dúo homo-erótico de Marianela Boán “Cruce sobre el Niágara”, de 1987, presentado por Acosta Danza se ha convertido en “un clásico” de la danza contemporánea cubana. Foto: Yuris Nórido. Gentileza AD.

El mes de abril, en esta ocasión, no fue “el más cruel” -al decir del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante-, fue el del inmenso placer artístico y espiritual ofrecido por lo mejor de la danza cubana, en todos los géneros y modalidades ejecutorias por las más importantes compañías del país, y por supuesto sus talentosos intérpretes.

Momento culminante de esta especial temporada anual lo constituyó  la gala del 29 de abril en el acogedor coliseo capitalino “Mella”, donde se entregó el Premio Nacional de Danza al maestro Manolo Micler, ex bailarín, coreógrafo y director artístico (por varias décadas) del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba (CFN), concedido por un jurado integrado por prestigiosos especialistas y premios nacionales, presidido en esta ocasión por su colega y laureado Alberto Méndez, destacó su esforzada trayectoria, diversos méritos y sobresalientes creaciones para la escena nacional.

Fundador de la Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes de La Habana, Micler –desde su vinculación como bailarín del CFN en la década del 60 del siglo pasado-, “se ha distinguido, según el acta de premiación, por su constancia empeño y vocación creadora en pos de lo mejor de nuestras proyecciones musicales y de danza con inspiración folclóricas. Ha trabajado en varios países del planeta…y ha alcanzado merecidos lauros y reconocimientos por su importante labor”.

Las celebraciones de esta fecha elegida en los 70 de la pasada centuria por UNESCO – un 29 de abril nació Georges Noverre- , estuvieron calzadas por el Mensaje que cada año se encarga a una gran personalidad de la profesión, en este caso correspondió a la coreógrafa y bailarina norteamericana Trisha Brown, pero la muerte le llegó antes, el 18 de marzo, para que pudiera leerlo. A los 80 años, desaparece uno de los pilares de la danza contemporánea y posmoderna, una de las artistas más influyentes de la escena global.

En su “mensaje”, nos ha dejado un precioso legado de conceptos y principios de suma importancia, el cual nos mantendrá reflexionando por mucho tiempo. “La danza, dice, transmite y expande el lenguaje universal de la comunicación, dando lugar al nacimiento de la alegría y la belleza, y al progreso del conocimiento humano. La danza es la capacidad de crear… una y otra vez…en el pensamiento, en el proceder, en el hacer, y en la interpretación”. Y termina proféticamente: “La vida de un artista no concluye con la edad, como sostienen algunos críticos. La danza está hecha de gentes y de ideas. El público puede llevarse a casa el impulso creativo y ponerlo en práctica en la vida diaria”.

Antes de la gala  del 29 de abril, en el mismo escenario, se organizó una jornada de tres noches consecutivas donde mostraron su buen quehacer las agrupaciones danzaras habaneras profesionales, además contó con presentaciones de la camagüeyana Compañía folclórica Camagua. La organización y coordinación de estos eventos fueron ejecutados por los especialistas correspondientes del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Casa provincial de la Danza, y el apoyo de otros departamentos de Ministerio cubano de cultura.

Temporadas de Acosta Danza y el Ballet Nacional de Cuba

Acosta Danza estrenó en Cuba de “Belles-Lettres” (2014), una obra de Justin Peck, joven bailarín y coreógrafo residente del New York City Ballet. Foto: Yuris Nórido. Gentileza AD.

Acosta Danza estrenó en Cuba de “Belles-Lettres” (2014), una obra de Justin Peck, joven bailarín y coreógrafo residente del New York City Ballet. Foto: Yuris Nórido. Gentileza AD.

Dos pesos pesados entre los conjuntos locales, el Ballet Nacional de Cuba y la joven compañía Acosta Danza, subieron nuevamente a la prestigiosa escena García-Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, ofreciendo funciones dos fines de semana con todas las capacidades cubiertas. La primera de ellas, bajo la dirección artística de Alonso, eligió un variado programa de concierto que incluyó las piezas más exitosas estrenadas en el pasado festival internacional de ballet de La Habana, como “Cygne”, de Daniel Proietto, interpretado con pasión, convicción y carisma por la bailarina Daniela Gómez, en su posmoderna evocación del icónico  clásico de Fokine-Pavlova; “Oscurio” de Anabel López-Ochoa, con patrocinio de los British Friends de la BNC, y ejecutado por la virtuosa Viengsay Valdés y solistas del cuerpo de baile; y la lírica miniatura romántica “Invierno” en una entrega estilística notable de la escritura coreográfica de la bisoña Ely Regina (la elección musical no nos parece la más pertinente aquí).

El espectáculo abrió con “Un concierto en blanco y negro”, del desaparecido coreógrafo portorriqueño José Parés, que permaneció por varias décadas en el repertorio pasivo del BNC, con la feliz excepción de Sadaise Arencibia, el bisoño grupo de solistas y cuerpo de baile no contribuyó al disfrute de esta exquisita pieza, tan exigente en la musicalidad y la gestualidad apegada al estilo más clasicista del academicismo técnico, si tenemos en cuenta la autoría del soporte musical : el Concierto en Re mayor para piano y orquesta de Joseph Haydn.

El eminente bailarín Carlos Acosta, en su función primera como fundador-director artístico de Acosta Danza, también repone obras recientes y otras menos que ingresaron a su repertorio, empero nos regaló con el estreno en Cuba de “Belles-Lettres” (2014), una de las mejores creaciones de Justin Peck, joven bailarín y coreógrafo residente del New York City Ballet. Esto ha sido posible gracias al apoyo del Cuban Artist Fund y Bespoke, según aparece indicado en el lujoso programa de mano.

El Ballet Nacional de Cuba puso en escena varias de las obras de su repertorio, con la participación de toda la compañía. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El Ballet Nacional de Cuba puso en escena varias de las obras de su repertorio, con la participación de toda la compañía. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Con el soporte musical de una rara pieza cameral del decimonónico compositor César Franck (Lieja 1822-París 1899): Solo de piano con acompañamiento de un quinteto de cuerdas, Peck se ha inspirado para crear este neoclásico “Belles Lettres”, pues según afirma sus coreografías parten de la música, y el estilo es muy afín al de su compañía neoyorkina: rápido, enérgico, atlético, con marcados contrastes de dinámicas – se sabe que su entrenamiento primario proviene de la tap dance-, por lo tanto en su obra esto se refleja en cuanto al ritmo y “timing”, sin duda sincopado. En sus ballets, y este es prueba de ello, trabaja como un artista artesanal, no uno experimental, es decir, que intenta producir el efecto coherente de un cineasta. Este es el séptimo ballet que creó para el NYCB –aunque el más solicitado ha sido “Año del Conejo” del 2012-, desde su ingreso en 2009. Ya en 2016, estrenó su décima creación “La cosa más increíble”, y está en gran demanda global por las más importantes compañías de ballet de su país y de Europa.

Para revisar el montaje llegó a la capital cubana Jared Angle, uno de los bailarines del elenco de estreno, y después de verlo bailado por los cubanos de este conjunto, quedó sorprendido de su capacidad técnica e interpretativa, y de la excelente transmisión de la pieza mediante una copia en DVD, labor realizada por la experimentada “ballet mistress” Clotilde Peón, con un elenco de nueve bailarines –cuatro parejas y un solista-, al descifrar una estructura compleja, regulada por los códigos del ballet, por una serie de ejecutantes formados en otras técnicas contemporáneas, en particular el solista en vimos, Mario Sergio Elías. Vestuario y luces de los diseñadores Reid and Harriet, y Mark Stanley, respectivamente, lograron la atmósfera propia de la intimidad requerida por “el universo lírico de la literatura”, sustento de la danza en esta obra de Peck.

Otras piezas desfilaron con mayor o menor éxito. Dos con todo el conjunto: “Twelve” de Jorge Crecis y “De Punta a Cabo” de Alexis Fernández (Maca),con positivos reajustes, y el dúo homo-erótico de Marianela Boán “Cruce sobre el Niágara”, de 1987,convertido por su vigencia artística y humana en “un clásico” de la danza contemporánea cubana, punto álgido de la función a la que asistimos, se destacó por la vehemencia poética puesta en los efectos musculares controlados en extremo de sus protagonistas, en este caso Raúl Reinoso y Julio León. Finalmente, un esperado plato fuerte de este programa, la presencia abrumadoramente carismática de Carlos Acosta en su particular entrega del solo “Two” creado por Russell Maliphant, en 2004, para Sylvie Guillem, ulteriormente reinterpretada por varios estelares bailarines. Un verdadero “tour de force” para Acosta, en esto momentos de su carrera como gran “danseur”. Allí estaba prodigiosamente torso y pies desnudos, iluminado  únicamente por una luz cenital al  centro del inmenso escenario oscuro. Las ovaciones no se hicieron esperar.

XXII Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos

Danza-Teatro Retazos, que celebra sus 30 años, participó con otra edición del festival de Danza en paisajes urbanos, Habana Vieja, Ciudad en Movimiento. Fotos gentileza Rotazos.

Danza-Teatro Retazos, que celebra sus 30 años, participó con otra edición del festival de Danza en paisajes urbanos, Habana Vieja, Ciudad en Movimiento. Fotos gentileza Rotazos.

Como cada año en primavera, la compañía Danza-Teatro Retazos –cumpliendo su aniversario 30-, acomete el maratónico festival de danza en paisajes urbanos, Habana Vieja, Ciudad en Movimiento, el cual alcanza la considerable cifra de vigésimo segunda edición, con una abundante respuesta a su convocatoria. Más de 40 representantes de unos 15 países y una docena de agrupaciones de siete provincias del país anfitrión invadieron plazas, parques, museos y calles del Centro Histórico habanero clasificado por UNESCO en 1982, Patrimonio arquitectónico de la humanidad. Paralelamente, se desarrolló el nutrido e interesante programa de la duodécima edición del Festival internacional de videodanza/DVDanza, con su concurso, cuyo jurado haría las valoraciones pertinentes de la decena de proyectos presentados por creadores de varios sitios del planeta.

Estas siete jornadas concluyeron con el consabido éxito popular-gracias al patrocinio del ministerio cubano de cultura, la Oficina del Historiador de la Ciudad, embajadas extranjeras acreditadas en Cuba y varias firmas comerciales foráneas afincadas en la isla- al conseguir el acercamiento de la danza a sus habitantes de la comunidad y a sus visitantes ocasionales, al tiempo que logra revalorizar el patrimonio arquitectónico con las creaciones inspiradas en esos espacios, a partir de un lenguaje universal.

Encuentro de Academias de Ballet y Concurso internacional para estudiantes de ballet
Igualmente, la Escuela Nacional de Ballet realizó – del 8 al 19 de abril- la edición XXIII de su evento bienal “Encuentro internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, conjuntamente con su IV Concurso internacional infantil y el XIV Concurso internacional para jóvenes estudiantes de ballet, siempre bajo la presidencia de la Maestra Dra. Ramona de Sáa Bello. En esta ocasión, la participación foránea fue elevada y diversa proveniente de Estados Unidos, México, Argentina, Italia, Brasil, Australia, Noruega, entre otros.

Nueva Creación del Proyecto Islas Creativas

La coreógrafa británica Fleur Darkin, directora artística del Scottish Dance Theatre, ha creado una nueva pieza para la compañía Danza Contemporánea de Cuba como resultado de la colaboración con el British Council –por intermedio de su representación en capital cubana-, a través del proyecto “Islas Creativas”, e igualmente impartió talleres para los propios bailarines del conjunto cubano.
Este intercambio cultural cubano-británico es parte de la segunda etapa de este proyecto de creación coreográfica que mantiene la más importante compañía de danza de vanguardia en la Mayor de las Antillas con la institución cultural británica, a partir del cual han surgido obras notables de creadores como Cathy Marston, Rafael Bonachela, Billie Cowie o Theo Clinkard.

Además de Darkin, estuvieron invitados a trabajar en los estudios de DCC los bailarines y coreógrafos de Trinidad y Tobago Sonja Dumas y Dave Williams, quienes se unieron a las experiencias que proponía la creadora británica, en “su muy particular fórmula de transmitir la danza y su relación entre el cuerpo, la mente y el movimiento”.

Considerada por la crítica como “la coreógrafa más teatral de la nueva ola británica”, tuvo el Teatro Nacional un encuentro íntimo y franco con la prensa especializada. En cuanto a sus criterios sobre la danza en la actualidad expresó que “está a menudo muy polarizada (…) una preocupada en desafiar la gravedad, elevar el cuerpo y el espíritu, los estiramientos…otra es la que viene de nuestras entrañas”. “Estoy emocionada e intimidada por trabajar con una compañía –la vi en Edimburgo en 2016-, que domina bien las líneas dramáticas que surgen del interior de sus cuerpos, están siempre inspirados y desarrollan sin inhibiciones temas escabrosos, por ejemplo los eróticos”. En este 2017, dijo, es necesario tener mucho coraje para defender lo que uno cree.

Fleur Darkin y su compañía anfitriona prometen estrenar la pieza que nacerá de este “laboratorio de creación”  para el próximo noviembre, y llevará por título “Equilog” (término que define el período justo antes de que el día y la noche alcancen la misma duración temporal).

Podrán constatar que este cronista, aunque asumió el reto de asistir a una gran parte de los eventos programados, no le fue posible lograrlo pues todavía no posee el don de la ubicuidad.

 

Dos clásicos que hacen historia

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“La fille mal gardée”, comedia coreográfica de 1789, reconstruida por Alicia Alonso para el Ballet Nacional de Cuba en 1952. Foto: Carlos Quezada. Gentileza BNC.

“La fille mal gardée”, comedia coreográfica de 1789, reconstruida por Alicia Alonso para el Ballet Nacional de Cuba en 1952. Foto: Carlos Quezada. Gentileza BNC.

El Ballet Nacional de Cuba (BNC) se presentará el viernes 17, sábado 18 y domingo 19 de noviembre, en el Gran Teatro de la Habana «Alicia Alonso». Con esta nueva temporada la compañía celebra los 70 años del estreno de “Tema y variaciones”, y los 65 de la puesta en escena de la versión de Alicia Alonso de “La fille mal gardée”. El programa incluye además la pieza “Yo, tu, el, ella”, de Ely Regina Hernández.

“Tema y variaciones” tiene coreografía George Balanchine, música de Piotr Ilich Chaikovski y diseño y luces de Salvador Fernández. Su estreno tuvo lugar en 1947, en New York, a cargo de Alicia Alonso e Igor Youskevitch, quienes hicieron una inolvidable creación de esta obra. Desde su estreno en el Ballet Theatre, “Tema y variaciones” ha pasado a enriquecer el repertorio de las más famosas compañías del mundo. Siguiendo la música de Chaikovski, el estilo balanchiniano logra en esta obra un singular concierto formal de rejuegos coreográficos, que exige de los intérpretes un gran virtuosismo técnico y una depurada sensibilidad artística. Las interpretaciones correrán a cargo de Anette Delgado, Viengsay Valdés y Sadaise Arencibia, junto a Patricio Revé, Rafael Quenedit y Raúl Abreu, quienes se estrenan en el rol protagónico secundados por solistas y cuerpo de baile.

Otra obra que compone este programa es “Yo, Tu, El, Ella” con coreografía de Ely Regina Hernández, la música es de Alexia Moore (Pink) y los diseños de vestuario y de luces son de Frank Álvarez y Ruddy Artiles, respectivamente. En esta pieza cuatro bailarines con diferentes formas de moverse asumen su interpretación de la melodía, expuestos a la imaginación del espectador. Será interpretada por Susel Rondón, Claudia Cristina, Adniel Reyes, Adrián Sánchez, Karla Iglesias y Wendy Castell.

Cierra el programa, “La fille mal gardée” (Coreografía: Alicia Alonso, sobre la original de Jean Dauberval. Música: Peter Ludwig Hertel. Diseños: Salvador Fernández). Esta antigua comedia coreográfica, creada por Dauberval en 1789 y a cuya música y coreografía posteriormente se han hecho frecuentes cambios y adaptaciones, fue reconstruida por Alicia Alonso para el Ballet Nacional de Cuba en 1952, en versión resumida en un acto. En ella se plantea una síntesis de los elementos más característicos de la trama y del estilo de la época, pero sin desdeñar la incorporación de los elementos técnicos y teatrales que han enriquecido posteriormente el lenguaje del ballet.

Los protagonistas de estas funciones son Viengsay Valdés y Anette Delgado, además de Chanell Cabrera, quien se estrena en el rol de Lisette. Rafael Quenedit será Colin y Patricio Revé y Yankiel Vazquez debutarán en este papel. En la Mama Simón se podrá disfrutar de los experimentados Ernesto Díaz y Félix Rodríguez.

Completan el elenco de “La fille mal gardée” Daniel Rittoles y Narciso Medina, dos jóvenes promesas a quienes podremos ver en el Alain. En el simpático personaje de Don Tomás se estrenarán Adniel Reyes y Yansiel Pujada, los que alternarán con Ernesto Díaz. Todos secundados por solistas y cuerpo de baile.

A su vez, el BNC presentará el 23, 24, 25 y 26 de noviembre en el Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso» con un programa integrado por el grand pas de “La bayadera”, pieza que está cumpliendo 140 años de su primera presentación en elTeatro Bolshoi en 1877 por el entonces Ballet Imperial, el estreno mundial de “Anyali” y La fille mal gardée.

 

 

Medio siglo de excelencia

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El cuerpo de baile del Ballet de Camagüey en “Las sílfides”, obra que integró el programa de las funciones en el Teatro Principal de la ciudad cubana.  Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

El cuerpo de baile del Ballet de Camagüey en “Las sílfides”, obra que integró el programa de las funciones en el Teatro Principal de la ciudad cubana. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

Un arte elitista como el ballet no está circunscrito a La Habana en Cuba, pues esa manifestación desata pasiones encendidas también en una ciudad del centro del país: Camagüey, que cuenta con una compañía propia hace 50 años.

Arribar a medio siglo de vida fue para el Ballet de Camagüey (BC) una oportunidad de festejo y reafirmación como uno de los conjuntos artísticos de excelencia en la isla. Sin embargo, la cultura cubana está en deuda con esta compañía a la que bastante poca atención se le brinda en los medios de prensa del país pese a tener una raíz común con el Ballet Nacional y defender un repertorio propio, diferente.
Las funciones por el aniversario 50 mostraron, del 2 al 8 de diciembre, en el Teatro Principal, la valía del conjunto en clásicos como “Las sílfides”, “La fille mal gardée”, “El Talismán”, y una versión propia de “Las llamas de París”, coreografía de la camagüeyana Lila Martínez.

“El Ballet Nacional de Cuba (BNC) surgió en 1948 -apuntó Regina Balaguer, directora del BC desde hace dos décadas-, pero con el triunfo de la Revolución y la visita de Fidel (Castro) a la casa de Alicia y Fernando Alonso fue que se constituyó en una gran compañía con el respeto y el apoyo incondicional del Estado. Gracias a eso, en 1959 se produjo un renacer del conjunto. Entonces, somos resultado de lo mismo, de un proceso y de una revolución socialista que es grandiosa, con todos los defectos que le puedan señalar, pero ha apostado porque Cuba sea una potencia cultural. Deberíamos poder actuar juntos, cooperar, conectarnos, porque en definitiva gana la cultura cubana y eso es lo más importante”.

Aurora Bosch (ctro.) dictó clases y participó en ensayos y otras actividades programadas para festejar el aniversario del Ballet de Camagüey. Foto: Marta Sánchez.

Aurora Bosch (ctro.) dictó clases y participó en ensayos y otras actividades programadas para festejar el aniversario del Ballet de Camagüey. Foto: Martha Sánchez.

Para la celebración de las bodas de oro de la compañía, la maître invitó a una de las joyas del ballet cubano, Aurora Bosch, a iluminar con su sabiduría y elegancia clases, ensayos y otras actividades. “Los bailarines de esta compañía tienen mucho arrojo y ganas de hacer y de bailar”, destacó la maestra que durante dos semanas los inspiró con su sabiduría e impresionante capacidad física a los 75 años. “El arrojo es una cualidad difícil de medir cuando selecciona a niños y niñas para estudiar ballet porque se revela poco a poco durante el desarrollo de la personalidad del ser humano; y me da tremendo gusto encontrar esa cualidad tan importante aquí”, profundizó la Bosch.

En sus clases y ensayos Bosch recordó los consejos y enseñanzas del padre del ballet cubano, Fernando Alonso, quien fuera director del BC de 1975 a 1992. Para Balaguer resulta crucial ese conocimiento y lo demuestra con hechos, con una reverencia continua a quienes la precedieron y a quienes siguen marcando la historia.

“Todos deberíamos saber de dónde venimos y a quiénes le debemos que haya ballet cubano y una escuela reconocida en el mundo entero. Hay tres personas imprescindibles en el desarrollo del ballet en Cuba. Se habla mucho de Alicia, esa espectacular bailarina, pero muy poco se menciona a Alberto y a su hermano Fernando Alonso, y creo que es hora de hacer justicia. Eso sería darle a cada cual su justo valor”, alertó la profesora que pese a ser la directiva con mayor cantidad de años al frente del BC nunca habla de sí misma.

Rosa María Armengol y Yanny García del Ballet de Camagüey interpretaron “La fille mal gardée” en la gala de celebración de los 50 años de la compañía. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

Rosa María Armengol y Yanny García del Ballet de Camagüey interpretaron “La fille mal gardée” en la gala de celebración de los 50 años de la compañía. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

A Balaguer le tocó enfrentar el llamado Período Especial, con la consiguiente escasez económica, y lejos de recibir solidaridad por parte de la dirección de la compañía nacional ésta le exigió pagar cada versión coreográfica atribuida a Alicia Alonso. Semejante demanda se convirtió en reto y este en victoria, pues poco a poco ha conseguido forjarle versiones propias de los clásicos a su conjunto, con la colaboración de artistas cubanos y foráneos.

Obras contemporáneas de coreógrafos cubanos   se presentaron del 2 al 8 de diciembre. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

Obras contemporáneas de coreógrafos cubanos se presentaron del 2 al 8 de diciembre. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

“Carmen” en Suiza
En los próximos meses de enero y febrero, el BC presentará en Suiza y España una versión de “Carmen”, del coreógrafo alemán Peter Breuer, director del Ballet de Salzburgo en Austria, que ganó en 2015 con dicha pieza el premio internacional Maya Plisetskaya.

A juicio de la Balaguer, la nueva obra plantea otra manera de expresión, distinta a la que el público cubano acostumbra a ver, y enriquece el espectro de sus jóvenes bailarines pues les permite desarrollar la versatilidad y ductilidad necesarias en un profesional de la danza. La mayoría de los cuadros apelan al lenguaje contemporáneo y apenas en una escena se utilizan las zapatillas de puntas.

Comparada con otras versiones coreográficas, la pieza de dos actos y aproximadamente dos horas de duración -desde el punto de vista narrativo- se apega más al original literario del escritor francés Prosper Mérimée, por tanto, contiene personajes nunca incluidos en anteriores formulaciones coreográficas, ni en la ópera.

De fiesta
Aunque a la dirección del BC le hubiera gustado contar con más artistas, el BNC envió una pareja a Camagüey para participar en las galas por el medio siglo de la compañía de esa provincia del centro del país. La primera figura Sadaise Arencibia y el primer solista Raúl Abreu interpretaron allí escenas de dos obras imperecederas del repertorio mundial: “El lago de los cisnes” y “Giselle”. Mientras la compañía Danza Combinatoria, que dirige la coreógrafa Rosario Cárdenas -Premio Nacional de Danza 2013- exhibió su más reciente estreno, “Afrodita, ¡oh espejo!”, inspirada en el paralelismo entre deidades de Cuba y Chipre.

De la línea más contemporánea, se expusieron “Fatum”, de José Antonio Chávez; y algunas piezas del Premio Nacional de Danza 2004, Alberto Méndez, como “Suite generis”, “Fantasía” y “En tus ojos”.
Los protagonistas principales de las piezas fueron los bailarines Rosa María Armengol, Yanny García, Sara de Miranda, Elizabeth Pagés, Zaida Henríquez, Oleydi Labrada, Jonathan Pérez, Thalía Diegues y Raúl Calzadilla, entre varios jóvenes del elenco actual.

En la entrada de la sede del Ballet de Camagüey se le colocó una tarja de veneración al exdirector de la agrupación, Fernando Alonso. Foto: Marta Sánchez.

En la entrada de la sede del Ballet de Camagüey se le colocó una tarja de veneración al exdirector de la agrupación, Fernando Alonso. Foto: Martha Sánchez.

Una de las virtudes de la compañía sigue siendo su apertura a múltiples estilos coreográficos y el estímulo a la creación, así como la interacción constante con la historia porque, al decir de Balaguer, quien la olvida o desconoce es propenso a perder lo que tiene y existen deudas eternas.

Por eso en el BC, el 28 de noviembre pasado, no comenzó con la tradicional clase de ballet sino con la siembra de tres árboles, frente a tres pequeños tinajones, símbolo cultural de esa ciudad que en época de la colonización española los empleó para sobrellevar la sequía.

Uno de los árboles rinde tributo a la cultura cubana, base sobre la cual se erigió una escuela de ballet con carácter propio, según reconocieron mundialmente críticos y especialistas en arte desde la década de 1960.

Otro se consagró precisamente al padre de la escuela cubana de ballet, Fernando Alonso, quien luego de dirigir el BNC de 1948 a 1975, ocupó el mismo cargo en el BC, hasta 1992, y allí consiguió la sede actual, moldeó una compañía más clásica y elevó su rango dentro y fuera del país.

La base de ambas entidades, BNC y BC, radica en la Academia de Ballet Alicia Alonso, donde inició sus estudios una generación clave en el desarrollo de la primera compañía que incluyó a las llamadas “cuatro joyas” y a Vicentina de la Torre, gestora del BC y de una academia en esta provincia.

A de la Torre dedicaron el tercer tinajón en la sede del BC, preciosa edificación colonial a cuya entrada también se le colocó una tarja de veneración al exdirector Alonso, con una expresión merecida: “Diga, maestro”.

El 28 de noviembre se sembraron tres árboles, frente a tres pequeños tinajones, en homenaje a la cultura de la ciudad, a Fernando Alonso y a Vicentina de la Torre, gestora del BC. Foto: Marta Sánchez.

El 28 de noviembre se sembraron tres árboles, frente a tres pequeños tinajones, en homenaje a la cultura de la ciudad, a Fernando Alonso y a Vicentina de la Torre, gestora del BC. Foto: Martha Sánchez.

“Él y sus contemporáneos vivían por la danza, pero además tenían una formación muy culta que nos está faltando en las nuevas generaciones, pese a la tecnología. Hoy la juventud, en su gran mayoría, no cultiva la lectura, ni el estudio siquiera, y aún cuando algunos ingresan a los cursos del Instituto Superior de Arte se ciñen a las asignaturas, pero no buscan más allá. Los fundadores del ballet cubano eran jóvenes cuando forjaron la compañía y la escuela, mas se distinguieron por su vasta cultura y profusión de conocimientos, que les permitieron dar pasos hacia lo que querían lograr, a partir de un gran amor por la danza”, observó Balaguer.

Y según apuntó, la historia del ballet cubano tiene deudas también con Camagüey, con Hilda Zaldívar, Vicentina de la Torre, Marta Matamoros, de quienes incluso en la ciudad natal se habla poco y fueron las simientes de una parte de la riqueza cultural apreciada actualmente allí.

“En las escuelas se da historia de la danza, pero hay que dar la de siglos pasados y hacer similar hincapié en la reciente, para que las generaciones conozcan la evolución real de la danza en Cuba. Y se debe hablar del BNC y también del BC, que tiene repertorio propio y una manera particular de bailar, de asumir coreografías, pese a pertenecer a la misma escuela cubana de ballet”, insistió la maître que se considera a sí misma una aprendiz todavía y una soñadora.

Obras contemporáneas de coreógrafos cubanos   se presentaron del 2 al 8 de diciembre. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera. Rosa María Armengol y Yanny García del Ballet de Camagüey interpretaron “La fille mal gardée” en la gala de celebración de los 50 años de la compañía. Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera. El 28 de noviembre se sembraron tres árboles, frente a tres pequeños tinajones, en homenaje a la cultura de la ciudad, a Fernando Alonso y a Vicentina de la Torre, gestora del BC. Foto: Marta Sánchez. En la entrada de la sede del Ballet de Camagüey se le colocó una tarja de veneración al exdirector de la agrupación, Fernando Alonso. Foto: Marta Sánchez. Aurora Bosch (ctro.) dictó clases y participó en ensayos y otras actividades programadas para festejar el aniversario del Ballet de Camagüey. Foto: Marta Sánchez. El cuerpo de baile del Ballet de Camagüey en “Las sílfides”, obra que integró el programa de las funciones en el Teatro Principal de la ciudad cubana.  Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera.

 


Pasaron 40 años

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El Ballet Nacional de Cuba presentó “Giselle” en la Opera House del Kennedy Center durante el ciclo “Artes de Cuba”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

El Ballet Nacional de Cuba presentó “Giselle” en la Opera House del Kennedy Center durante el ciclo “Artes de Cuba”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

Constituye un reto para este cronista, en tanto que único crítico de danza llegado de la isla y testigo presencial de este histórico acontecimiento artístico para las dos naciones involucradas – Cuba y Estados Unidos de América-, el expresar con justas palabras desprovistas de todo chauvinismo, o apasionamientos nacionalistas a ultranza, las mágicas noches desplegadas por el Ballet Nacional de Cuba (BNC) en la Opera House, el principal escenario del Kennedy Center for the Performing Arts, al borde del río Potomac en la capital de los Estados Unidos.

Estas presentaciones coincidieron con una efeméride significativa no solo para los cubanos sino para el mundo de la danza en general: se cumplían, en esa fecha (30 de mayo), los 40 años desde la última vez que el BNC bailó en el Kennedy Center con Alicia Alonso en su paradigmático rol de Giselle. Además, entre otras razones de peso, esta leyenda viva y gloria de la danza (su carrera llegó a la cima en los Estados Unidos durante los 40s y 50s de la pasada centuria), actualmente directora general de la compañía y prima ballerina assoluta, estaba presente con toda la augusta vitalidad de sus 97 primaveras.

Pude valorar las entregas diversas y notables (todas ovacionadas en pie) de los cuatro elencos seleccionados por la dirección artística del BNC, con el objetivo sincero de deslumbrar con su virtuosismo técnico a las exigentes audiencias cosmopolitas que concurrieron a esta importante institución, del 28 de mayo al 3 de junio.
El público celebró con espontaneidad y a veces exaltaciones extemporáneas, los múltiples giros; las cargadas desafiantes; los saltos con un “ballon” notable; los arabesques penchées sostenidos; así como los balances “en pointe”; los chenées  en las diagonales de vértigo; los tours o promenades á la seconde, entre otros. Paralelamente, se desarrollaba la pantamomima con claridad interpretativa, que en ciertos momentos, con pinceladas de humor, provocaron discretas risas, por ejemplo, en la escena del acto I cuando Giselle y el duque deshojan la margarita; o cuando éste se disfraza de aldeano y olvida la suntuosa espada en su cintura.

El argumento fue concebido por Théophile Gautier, inspirado por una popular leyenda alemana contada por Heinrich Heine. La reconstrucción coreográfica, realizada inteligentemente por la propia Alicia Alonso, fue realizada a partir de la original de Jean Coralli y Jules Perrot (según la versión estrenada en 1841 por el Ballet de L´Opéra de Paris), con el soporte musical de la música compuesta por Adolphe Adam. Sin duda, mediante el paso de la coreografía a otras compañías, ésta se enriqueció o contaminó con aportes de sus repositores, como los del eminente maestro Marius Petipa durante su preeminencia en los ballets de la Rusia zarista.

Tres principales alternaron el rol titular, Viengsay Valdés con Patricio Revé (foto), Sadaise Arencibia y Grettel Morejón. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

Tres principales alternaron el rol titular, Viengsay Valdés con Patricio Revé (foto), Sadaise Arencibia y Grettel Morejón. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

La historia
En esencia, aquí se relata la historia de una chica campesina asediada o cortejada por dos pretendientes: uno de ellos es el Duque de Silesia disfrazado como un aldeano y el otro es Hilarión, el guardabosque. La bella Giselle escapa de su hogar en la temporada de la vendimia para divertirse con sus amigos y el pretendiente favorito: el disfrazado duque. Pero su madre, Bertha, está preocupada por la frágil salud, y, eventualmente la reingresa en su casa, al estar temeros que su hija se sobrepase y pueda transformarse en una willi, atormentadas almas de jóvenes doncellas que murieron antes de sus bodas. Desafortunadamente, cuando Giselle es coronada reina de la vendimia, la rivalidad entre el duque y el guardabosque se acalora, irrumpe en la aldea el séquito de una cacería real en busca de refrescos y reposo, entonces el duque es descubierto como miembro de la realeza por Hilarión, y Giselle pierde su mente porque descubre que el duque está comprometido con otra de su clase y muere.

En el acto II, la acción tiene lugar ante la tumba de Giselle instalada en un claro del bosque. Hilarión está sollozando sobre la tumba, mientras que algunos otros aldeanos tratan de alejarlo y de quitarle de su mente la pena. Entonces aparecen extrañas luces (como fuegos fatuos): las wilis así anuncian su llegada y los lugareños salen en estampida. Cuando Giselle emerge, Myrtha, la reina de las wilis, celebra su iniciación en la cofradía y le ordena bailar con el duque hasta que muera. Entre tanto, las wilis apresaron a Hilarión. Pero su amor por el duque ha sobrevivido a su muerte, y trata de salvarlo. La aurora anuncia su llegada, el duque es salvado, las wilis se disipan con la luz del día y Albrecht se lanza sobre la tumba penando por siempre.

Sin duda, el cuerpo de baile femenino reiteró su profesionalismo y disciplina en sendos actos, pero demostró ser incomparable, referencial, en sus elegantes “maniobras” del espectral segundo acto: impecables en el tránsito de las wilis en posición de arabesque -desde coté cour a coté jardín -; las dos diagonales con una asombrosa precisión y sincronía en sus port des bras y los port des tetes, que incitaron cerrados aplausos -por  sólo mencionar lo más relevante.

Los protagonistas

Sadaise Arencibia y Raúl Abreu interpretaron los roles principales en la primera función de “Giselle”, el 31 de mayo en el Opera House. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

Sadaise Arencibia y Raúl Abreu interpretaron los roles principales en la primera función de “Giselle”, el 31 de mayo en el Opera House. Foto: Nancy Reyes. Gentileza JFKC.

Tres principales alternaron el rol titular, dos consagradas como Viengsay Valdés (electrizante por su fiabilidad en la ejecución y la pasión de su proyección escénica) y Sadaise Arencibia (un despliegue de lirismo y elegancia en la línea); además Grettel Morejón (juvenil debutante refinada y con una fresca y personal entrega). Cada una mostró sus distintivas personalidades al regalarnos a la aldeana traicionada en todos sus matices, en sus tesituras acordes con las demandas dramatúrgicas del rol: incluso en la figura espectral de la wili danzante hasta la muerte. Aquí, cada una exhibió su pericia en las difíciles batteries, o en los soubresauts italiano, o en los ligados petits battements.

El BNC demostró, en esta ocasión, que posee una infantería masculina de altos quilates, si bien interpretativamente algunos se revelan bisoños (con la madurez y el aprendizaje en este aspecto lograrán nuevos desarrollos). Notables  estuvieron los alternantes en el papel de Albrecht. Dani Hernández (el único “étoile” del BNC hasta hoy), con su porte de “danseur noble” y de hermosas piernas y trabajados empeines; los bailarines principales Raúl Abreu y Patricio Revé (talentos evidentes en ciernes, a un paso de la nominación como “principals”). Dos excelentes bailarines  “démi´charactére” alternaron en el desempeño del importante personaje de Hilarión, fue el caso de Ernesto Díaz, con confirmada veteranía, y el joven debutante Ariel Martínez, ambos revelaron sus cualidades histriónicas  y el atletismo propio de un guardabosques.
Destacaremos el notable rigor en la entrega de las variaciones virtuosas de Ginett Moncho (intimidante reina de las wilis con elevados grands jetés y puntas portentosas), o la dupla alternante formada por las wilis Moyna y Zilma, en la piel de las juveniles Chavela Riera, Ivis Díaz o Ely Regina y Bárbara Fabelo (deslumbrantes en los renversés o los assemblés respectivos).

En esta versión, Alonso ha remplazado el tradicional pas de paysain por un festivo y brillante “pas de huit”,  donde destacan los solistas por su técnica, justeza y musicalidad;  en tanto los personajes de composición adquieren una relevancia no otorgada por otras versiones, ora Bathilde, la prometida del duque  o Berthe, la madre de Giselle.
Reconozcamos, antes de concluir, que si bien algunos “props” y “costumes” del primero se muestran fatigados, susceptibles de renovación, ya sea en sus colores y sus figurines; el resto de la producción mantiene las adecuadas condiciones escénicas. En cuanto al segundo acto, la maestría de su factura sigue mereciendo el Grand Prix de la Ville de Paris, recibido hace varios lustros en el Festival de danza del Teatro de los Campos Elíseos.

No será ocioso apuntar la excelente entrega musical de The Kennedy Center Opera House Orchestra, esta vez bajo la batuta del maestro cubano Giovanni Duarte, el cual se benefició con las estupendas ejecuciones de la sección viento-metal y de la arpista solista Susan Robinson. Cada uno de los elementos que integraron estas funciones de “Giselle” colaboraron para que las imágenes de estos bailarines queden en la memoria para siempre.

Una nueva era con retos y optimismo

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Yansiel Pujadas y solistas del BNC interpretaron “Poema del Fuego”, de Alberto Méndez, estrenado en 1983 por Jorge Esquivel. Fotos cortesía BNC.

Yansiel Pujadas y solistas del BNC interpretaron “Poema del Fuego”, de Alberto Méndez, estrenado en 1983 por Jorge Esquivel. Fotos cortesía BNC.

El baluarte cubano de la danza académica, el Ballet Nacional de Cuba, nos entrega la primera temporada post-Alicia Alonso –la sempiterna prima ballerina assoluta y cofundadora–, ahora con la primera bailarina Viegnsay Valdés con la responsabilidad plena como directora artística (no obstante, en los programas de mano aparece aún con el prefijo “sub”), en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana que lleva el nombre de la eximia Alonso, recientemente despedida físicamente con todos los honores populares y oficiales.

En dos atractivos y optimistas programas, el BNC nos permitió valorar una acertada elección de títulos, ora por su variedad de estilos ora por sus novedades creativas. En sucesivos fines de semana, presentaron dos estrenos y tres reposiciones, debidos a destacados coreógrafos con evidentes valores ideo-estéticos, pero de generaciones y culturas disímiles. Algo que considero de suma importancia para el enriquecimiento formativo profesional de un cuerpo de baile -en el presente- mayoritariamente integrado por jóvenes que apenas superan la veintena.

Entre las reposiciones pudimos disfrutar la exhumación de una admirada pieza del coreógrafo cubano Alberto Méndez, actual asistente de la dirección artística-, como es el caso de “Poema del Fuego” inspirada por la música homónima de Alexander Scriabin. Este ballet en un acto fue estrenado en 1983, y en el rol principal figuraba el estelar bailarín Jorge Esquivel. Después de su defección de la compañía, nunca más se repuso esta obra. Actualmente, la obra se reciente por la carencia de un bailarín que supere tal referencia, con la alternancia de dos bailarines del cuerpo de baile con biotipos distintos asumieron con fuste y sólida técnica al dios mitológico del fuego, empero sin la madurez interpretativa requerida. Ciertamente, algunos ballets centrados e inspirados por un bailarín o bailarina “fuera de serie”, es mejor dejarlos dormir hasta que aparezca ese ser irrepetible (recordemos aquellos creados para Nijinsky, y los guiños al “Apolo” de George Balanchine)

Luego, retornó “Celeste” (2014), de la coreógrafa colombo-belga Annabelle López-Ochoa, ballet neoclásico coral inspirado por el Concierto para violín y orquesta en Re mayor de P. I. Tchaikovsky, para tres parejas solistas y reducido cuerpo de baile, donde el vestuario y el diseño de luces nos transporta a un mundo azul celeste. Esta creación para la compañía fue posible gracias al apoyo del British Friends of BNC.

Del coreógrafo brasileño Ricardo Amarante se presentó “Love, Fear, Loss”, ballet de estilo neoclásico ejecutado al piano por Marcos Madrigal. Fotos cortesía BNC.

Del coreógrafo brasileño Ricardo Amarante se presentó “Love, Fear, Loss”, ballet de estilo neoclásico ejecutado al piano por Marcos Madrigal. Fotos cortesía BNC.

Para la semana siguiente, acometieron la valiente tarea de reponer uno de los emblemáticos títulos de danza académica en el repertorio activo, con el rigor estilístico que requiere esta joya del ballet del siglo XX, precursor de la modernidad, “Las sílfides” (1907) –también conocido como “Chopiniana”- en un montaje de Alicia Alonso según la versión original de Mikhail Fokine (como ella misma ha revelado, trabajó en el ABT con el autor en 1942, poco antes de su muerte). El propio Fokine emprendió cambios para una reposición de 1908 (entonces fue rebautizado en francés como “Réverie Romantique”, siempre con música de Chopin), para convertirlo en un ballet sin argumento, pero cargado de símbolos y “con un estilo de profundo lirismo, alejado de todo amaneramiento…”.

La orquesta sinfónica del GTHAA estuvo en el foso bajo la dirección del maestro Giovanni Duarte con un soporte musical ajustado a las circunstancias. El poeta fue encarnado con sobriedad y justeza por el primer bailarín Rafael Quenedit, con una Anette Delgado estilísticamente modélica, arropados por una sobrevalorada ejecución del cuerpo de baile femenino. En no pocos momentos provocó el aplauso merecido de la audiencia.

Dos coreografías por autores foráneos recibieron sendos estrenos por el BNC, y fueron bailados en dos fines de semanas por elencos alternantes. Estas piezas, de disímiles culturas y escuelas de ballet, contribuyeron a elevar la temperatura en el entusiasmo del numeroso público que colmó a tope el hermoso coliseo de la capital (en su medio milenio de fundación). En lo fundamental se debió a la entrega artística de los elencos debutantes: ambas eran demandantes de talentos interpretativos que fueran más allá de las demostraciones del virtuosismo técnico. Estas novedades los obligaba a salir de su zona de confort.

Para abrir la segunda parte del programa, vino Love, Fear, Loss (2012), del coreógrafo brasileño Ricardo Amarante (responsable igualmente del vestuario y las luces). Es un ballet para tres parejas, de estilo neoclásico e inspirado en la vida de la gran cantante francesa Edith Piaf (1915-1963), así como en sus “antológicas interpretaciones de tres obras que, de alguna manera, son fiel reflejo de su trágica vida amorosa”. Esta pieza (deudora de otros referentes creados por Jerome Robbins), tuvo su premier en 2012 por el Ballet Real de Flandes, en Amberes, y por cuya creación recibió el premio de la Asociación Francesa de la Danza. Su estreno cubano tuvo un IVA en el soporte musical, pues contó con la privilegiada ejecución al piano en escena de Marcos Madrigal considerado uno de los más talentosos músicos cubanos de su generación del siglo XXI, residente en Italia actualmente. Ejecutó con pasión y rigor las transcripciones para piano realizadas por Natalia Chepurenko, que incluye temas de Jacques Brel, Charles Dumont y de la propia Piaf. Hubo distinguidas interpetaciones, como las de Chanell Cabrera y Sadaise Arencibia, pero la más descollante interpretativa y técnicamente fue la pareja formada por Claudia García y Adrián Sánchez (el auditorio los gratificó en pie).

Para el cierre, llegó el plato fuerte de la noche: el celebrado ballet “Concerto DSCH”, del coreógrafo ruso-norteamericano Alexei Ratmanski, que fuera creado originalmente para el New York City Ballet en 2008, inspirado en el Concierto para piano, No.2 en F mayor, Opus 102, del afamado compositor ruso Dimitri Shostakovich. Dado el éxito conseguido por esta obra, ya ha ingresado en los repertorios de otras grandes compañías: Ballet del Teatro alla Scala de Milán, en 2012, y el Ballet del Teatro Mariinski de San Petersburgo, en 2013.

La entrada de esta obra, en 2019, en el vasto repertorio del BNC resulta un acontecimiento significativo, entre otras cosas, porque es el primero bajo la dirección artística de Viengsay Valdés (que baila en él, como solista), así como primero después de la desaparición física de Alicia Alonso.

En segundo lugar, porque constituye un reto para los noveles bailarines de la compañía, ya que se enfrentan al estilo muy particular de Ratmaski; por sus atrevidas audacias dentro del neoclasicismo balanchiniano, donde lo abstracto se funde con “sutilezas y sugerencias” narrativas, donde transpira el optimismo y la euforia al bailar.

Si la construcción de sus bailes son totalmente diferentes, los aficionados al ballet podrían hallar claras referencias con “Concerto” (1966) del inglés Kenneth MacMillan (particularmente en el movimiento lento), así como derivaciones de otro maestro predecesor, George Balanchine, en su canónico “Ballet Imperial”, de 1941, actualmente conocido como “Tchaikovsky Piano Concerto No.2”, al utilizar a dos primeras bailarinas y tres solistas masculinos, quienes bailan todos en sucesivos episodios del primer movimiento. Ratmanski aprehende recursos de sus precursores, empero en tanto que un maestro, los recrea con libertad y frescura.

Es evidente que domina las formas puras del ballet académico, mas también nos muestra fuertes elementos de lo que popularmente calificamos como danza de carácter o démi carácter. Además, no abandona importantes aspectos de la caracterización en las interpretaciones dramáticas.

El final de “Concerto DSCH” se convierte en un despliegue abrumador de círculos por separado y de giros como un tornado por parte de la bailarina principal, a la vez mezclados con espectaculares saltos. No obstante, es necesario señalar que los bailarines del cuerpo de baile no son grupos de mero apoyo o reflejos multiplicados de los solistas: ellos se manifiestan como sus “partners”. Fue una participación esencial como ensayador del destacado bailarín español Joaquín de Luz, que formó parte del elenco original de esta obra como miembro del NYCBallet, y en el presente es director artístico de la Compañía Nacional de Danza de España.

El desempeño del elenco cubano estuvo a gran altura, por su brillantez y el poderío técnico, particularmente las primeras bailarinas Anette Delgado, Gretel Morejón y Viengsay Valdés, el primer bailarín Dani Hernández, así como los solistas: Diego Tápanes, Narciso Medina o Chanell Cabrera, con apoyo eficiente del cuerpo de baile mixto.

Para esta producción el BNC obtuvo el generoso patrocinio de la Cuban Artists Fund y de la American Girls for Cuban Dance, con sede en los estados Unidos.

“Concerto DSCH”, del coreógrafo Alexei Ratmanski, tuvo como solistas femeninas a Anette Delgado, Gretel Morejón y Viengsay Valdés. Fotos cortesía BNC.

“Concerto DSCH”, del coreógrafo Alexei Ratmanski, tuvo como solistas femeninas a Anette Delgado, Gretel Morejón y Viengsay Valdés. Fotos cortesía BNC.

 

Siempre es tiempo para recordar

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El Ballet Nacional de Cuba presenta “Double bounce”, de Peter Quanz, un pas de deux neoclásico con chispeante humor. Foto: Nancy Reyes. Archivo Danzahoy.

El Ballet Nacional de Cuba presenta “Double bounce”, de Peter Quanz, un pas de deux neoclásico con chispeante humor. Foto: Nancy Reyes. Archivo Danzahoy.

El Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, en el año del Centenario de Alicia Alonso, desde el 7 al 16 de febrero ofrece un programa tributo en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

La compañía cubana que dirige Viengsay Valdés, ha invitado al coreógrafo canadiense Peter Quanz, para la reposición de sus obras “Le Papillon” y “Double bounce”, existosas piezas que integran el repertorio del BNC.

Al decir de Peter Quanz, “Le Papillon” es el único ballet coreografiado por Marie Taglioni. Fue creado en 1860 para su alumna Emma Livry como un regalo a la bailarina más joven y sobresaliente de su tiempo. La versión que he realizado para el Ballet Nacional de Cuba no tiene conexión con el libreto original, pero está centrada en la relación entre Marie Taglioni y Emma Livry. En su época, Taglioni inspiró a las nuevas generaciones de bailarines, de la misma forma que Alicia Alonso abrió su corazón a los artistas de Cuba y de todo el mundo».

“Double bounce” con música de David Lang y vestuario de Anne Armit, es un pas de deux neoclásico con rápidos cambios sincopados de ángulos con poses precisas y malabares chispeantes de humor alegre, como lo definió el crítico ruso Alexander Firrer. El programa lo integran también “Suite géneris” de Alberto Méndez, inspirado en la música de Haendel y Haydn, que deviene en un agradable juego coreográfico. El pas de deux del ballet “Las intermitencias del corazón”, que en 1974 creara el coreógrafo francés Roland Petit, está inspirado en fragmentos de “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust, esta obra alterna con “Double bounce”.

Cierra el programa “Tema y variaciones”, uno de los más famosos ballets de George Balanchine. Su estreno tuvo lugar en 1947, en New York, a cargo de Alicia Alonso e Igor Youskevitch, quienes hicieron una inolvidable creación de esta obra. Desde su estreno en el Ballet Theatre, “Tema y variaciones” ha pasado a enriquecer el repertorio de las más famosas compañías del mundo. Siguiendo la música de Tchaikovski, el estilo balanchiniano logra en esta obra un singular concierto formal de rejuegos coreográficos, que exige de los intérpretes un gran virtuosismo técnico y una depurada sensibilidad artística.

Los roles protagónicos de estas presentaciones estarán a cargo de Viengsay Valdés, Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Grettel Morejón, Dani Hernández, Rafael Quenedit, Ginett Moncho y Yankiel Vazquez, secundados por solistas y cuerpo de baile.

Título de Oro para primeras bailarinas

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Sadaise Arencibia abordó en su tesis obras del repertorio del Ballet Nacional de Cuba de la coreógrafa Annabelle López-Ochoa. Foto: Eric Politzer. Gentileza ISA.

Sadaise Arencibia abordó en su tesis obras del repertorio del BNC de la coreógrafa Annabelle López-Ochoa. Foto: Eric Politzer. Gentileza ISA.

El 22 de julio, bajo las obligadas medidas sanitarias establecidas para evitar contagios de la Covid 19, la Universidad de las Artes de La Habana (conocida como ISA) logró llevar a cabo de forma austera su decimonovena graduación, donde se entregaron en doble ceremonia académica los correspondientes 59 títulos de licenciatura en artes.

La ceremonia académica matutina fue destinada a la entrega de los títulos conseguidos por los 36 estudiantes en la carrera (de 4 años lectivos) de licenciados en Artes Escénicas, según los perfiles cursados: en ballet; danza contemporánea; artes visuales; artes teatrales y comunicaciones artísticas (facultad, esta última, conocida como FANCA). En horas vespertinas, se entregaron los títulos a los 23 licenciados por la facultad de música.

Este evento estival adquirió un elevado interés mediático debido al anuncio de que, en esta ocasión, tres de primeras bailarinas del Ballet Nacional de Cuba (BNC), con grandes reconocimientos internacionales, habían logrado culminar exitosamente la carrera, y obtenido el codiciado “Título de Oro” que otorga la máxima institución docente de las artes en el archipiélago cubano.

Anette Delgado eligió investigar “Giselle”, una obra crucial para cualquier bailarina clásica. Foto: Nancy Reyes. Gentileza ISA.

Anette Delgado eligió investigar “Giselle”, obra clave del ballet. Foto: Nancy Reyes. Gentileza ISA.

En esta ocasión, resultaron distinguidas con esta calificación, Sadaise Arencibia, Anette Delgado y Gretell Morejón. En una edición anterior le correspondió a la primera bailarina Viengsay Valdés, actualmente directora artística del BNC.

El profesor Alexis Seijo, Rector de la Universidad de las Artes, tuvo a su cargo el discurso de apertura, en el cual destacó “las nuevas e inéditas etapas a las que se enfrentaron estos talentosos estudiantes después del 11 de marzo, cuando el gobierno cubano, con urgencia y pertinencia aplicó las medidas extremas necesarias para hacerle frente a la pandemia del Coronavirus. Tuvieron que asumir acompañamientos virtuales para continuar sus materias, con el objetivo de dominar un arte interdisciplinario, que el estudiante de la educación superior debe poseer.

Por otra parte, fue el doctor Ismael Albelo, profesor de la cátedra de ballet y danza, quien entregó el discurso medular de la graduación, por encargo del claustro científico de este “atípico” curso -como lo calificó el profesor-, pues fue “casi un semestre en cuarentena”, como lo ha sido en toda la educación superior del país.

Las bailarinas diplomadas conversaron separadamente con la prensa. Para su tesis de grado la licenciada Delgado eligió investigar una obra crucial para cualquier bailarina clásica: “Giselle”, que muchos críticos consideran “el Hamlet del ballet”, pues “con ella se es o no se es”, según refieren las intérpretes.

La primera bailarina fundamentó la necesidad de realizar un trabajo de mesa previo a las funciones y documentó su propia vivencia, a partir del anuncio del debut, cuando su ensayadora Josefina Méndez (notable intérprete de este personaje) eligió mostrarle por escrito las intenciones de cada personaje en las escenas principales. Además, la maestra le presentó a una actriz muy destacada, Alina Rodríguez, para que le explicara sentidos y maneras de encauzar la gestualidad y, aquel proceso, marcó para siempre a la distinguida bailarina que, pese a los años de experiencia y buenas críticas, asegura que aún hoy investiga más antes de asumir un espectáculo de “Giselle”.

El trabajo de mesa es importante antes de encarnar cualquier rol y en cualquier ballet, eso felizmente ahora se está rescatando, subrayó Delgado en un panel convocado a inicios de este año por la propia Universidad de las Artes.

Mientras que Arencibia abordó en su tesis dos obras que dieron un aire nuevo al Ballet Nacional, en un momento de monotonía en su repertorio: “Celeste” y “Oscurio”, creaciones de la coreógrafa colombo-belga Annabelle López-Ochoa, especialmente para el BNC.

“Como no tuve que bailarlos, pude apreciar las piezas desde afuera, aplicando todo el arsenal académico adquirido en la carrera e intenté valorar el significado de ambas con un trabajo analítico”, apuntó la bailarina.

Por su parte, Morejón profundizó en el ideario del padre de la “escuela cubana de ballet”, Fernando Alonso, quien fuera su maestro y ensayador en la Escuela Nacional de Ballet, que ahora lleva su nombre.

Del eminente pedagogo, en el mismo panel del ISA, la artista resaltó su paciencia para contar historias relacionadas con la obra a bailar, antes de comenzar a pulir los pasos en los ensayos; el distanciamiento del dogmatismo, la habilidad para explicar cada movimiento de las coreografías y razonarlos en función de un relato, una expresión o la anatomía del cuerpo.

Igualmente, Fernando Alonso fue un defensor de la identidad peculiar del bailarín en escena, le gustaba que el artista reflejara su alma y no se entregara a ser una mera copia de nadie, afirmó.

Las tres primeras bailarinas ahora graduadas y diplomadas poseen amplia experiencia internacional y un sello propio en escena que las distingue como intérpretes únicas.

Gretel Morejón profundizó en el ideario del padre de la “escuela cubana de ballet”, Fernando Alonso. Foto Kike Smith. Archivo Danzahoy.

Gretel Morejón profundizó en el ideario del padre de la “escuela cubana de ballet”, Fernando Alonso. Foto Kike Smith. Archivo Danzahoy.

Celebran el centenario de Alicia Alonso

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El 31 de agosto el BNC se presenta en la gala del XII Festival Internacional de ballet de Cali con un programa integrado, entre otros clásicos, por “Giselle”. Foto: Nancy Reyes. Archivo Danzahoy.

El 31 de agosto el BNC se presenta en la gala del XII Festival Internacional de ballet de Cali con un programa integrado, entre otros clásicos, por “Giselle”. Foto: Nancy Reyes. Archivo Danzahoy.

Con motivo de conmemorarse, el próximo 21 de diciembre, el centenario del natalicio de la eximia prima ballerina cubana Alicia Alonso, el XII Festival Internacional de Ballet de Cali, Colombia, le rinde homenaje.

El evento, presidido por la maestra Gloria Castro, fundadora del Incolballet (Instituto Colombiano de Ballet) y auspiciado por el Concejo Municipal, la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad sede y las Fundaciones Danza Conmigo y Finbacali; teniendo en cuenta los protocolos sanitarios ante la pandemia del nuevo Coronavirus, se realiza de manera virtual entre el 30 de agosto y el 5 de septiembre.

La maestra Castro, líder del tributo a la Alonso, explicó las razones a la prensa: “No podríamos dejar de sumarnos a los homenajes que se han preparados para rendirle pleitesía a una bailarina que es orgullo de Latinoamérica y reconocida como una de las más grandes figuras de la danza escénica mundial, a quien tanto debe Cali. Desde finales de la década de 1970, ella fortaleció los vínculos entre el ballet cubano y el ballet caleño, al honrarnos con su presencia y enviarnos solidariamente a sus excelentes bailarines, coreógrafos, maestros y especialistas, para contribuir a nuestro desarrollo. Era un deber que queríamos cumplir”.

En el Festival -fundado en 2007- participan, junto a la local Compañía Colombiana de Ballet, diez agrupaciones extranjeras. Entre ellas, ballets nacionales de Perú y del Sodre de Uruguay; el Ballet Concierto de Puerto Rico; la Compañía de Danza de Sao Paulo; el Conservatorio Real de Madrid, así como otras provenientes de Argentina, Italia y la República Checa.

Alicia Alonso junto a las bailarinas Gloria Castro, fundadora del Instituto Colombiano de Ballet y Helba Nogueira. Gentileza Archivo Fotográfico Alicia Alonso.

Alicia Alonso junto a las bailarinas Gloria Castro, fundadora del Instituto Colombiano de Ballet y Helba Nogueira. Gentileza Archivo Fotográfico Alicia Alonso.

El lunes 31de agosto tendrá lugar la Gala del Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección general de la primera bailarina Viengsay Valdés, que ofrecerá un programa concierto integrado por escenas del ballet “Giselle”; el pas de Sept de “La bella durmiente” y el pas de deux del tercer acto de “Don Quijote”; por supuesto en las versiones coreográficas de la Alonso, con las actuaciones de las primeras figuras del BNC, Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Ginet Moncho, Dani Hernández, Ernesto Quenedit, Ernesto Díaz y la propia Valdés. El primero de septiembre, a la misma hora, se impartirán las conferencias: El Ballet Nacional de Cuba y su importancia en la cultura cubana; y Mujeres en el quehacer de la danza latinoamericana.

Durante el desarrollo del festival, han sido programadas diversas acciones temáticas, entre ellas: un recorrido por el fascinante mundo del ballet y charlas con los expertos de danza. La oferta del Festival incluye 50 transmisiones en el horario de las 9:00 de la mañana hasta la medianoche, y podrá ser disfrutado por medio del canal Fincabali, de YouTube.

De esta manera, la décima segunda edición del festival caleño, cuyo lema es “el ballet debe continuar” se convierte en el pionero de los homenajes que a nivel internacional están programados para honrar a la icónica Alicia Alonso, y que se han visto postergados por la difícil situación epidemiológica que vive el planeta.

 

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